viernes, 9 de julio de 2010
Un matriarcado
Mis historias de hospitales no han sido tantas, contemplando que he sido la más accidentada desde niña. Puntadas, descalabradas, heridas, esguinces, alrededor de 48 picaduras de abejas y avispas, en las situaciones más inimaginables, como simplemente levantarte de tu toalla después de asolearte e interrumpir su vuelo, estar en una alberca y que decida posarse en tu hombro y atacar, simplemente pisarlas, recargar una mano en donde decidió que era postura territorial, entre otras muchas veces en las que he digerido su "veneno". Y, porqué no, ir aumentando el riesgo: arañas y un alacrán que pisé al echar una "cascarita" con mi hermano pambolero, 5 minutos antes de regresar con mis abuelos a México después de un fin de semana en su querida casa de Tequis. Especialista en sacarles algunos sustos, acabé con la lengua hinchada y en una clínica en la que con un antihistamínico fue suficiente para retomar la carretera.
Ingresos a hospitales, sólo dos: uno de pequeña por escartalina que, por supuesto, no recuerdo, y el segundo, el último año de preparatoria, en el que jugaba semana con semana volley ball con mis amigos, claro, todos hombres. Además de subir mi nivel para después practicar en la selección femenil del colegio, me adjudiqué una estadía de una noche internada.
Estaba amarilla, me sentía fatal, pero seguía jugando, con ese espíritu que ya conocen, hasta que pedí mi salida para prácticamente desmayarme. Me llevaron a mi casa y mi madre al hospital: era hepatitis.
A últimos días viví nuevamente el ingreso a estos lugares, pero esta vez para apoyar a mi tía, persona base y fundamental en mi vida. Estos sitios siempre me han parecido que tienen una magia especial, otro idioma y, como en casi cualquier ámbito, me gusta observar su funcionamiento. Éste, tenía la pinta de un hotel, como los nuevos nosocomios privados; más, si el dueño es el hombre más rico del mundo.
Para decidir si le harían una biopsia, y tras asegurar en diversas ocasiones y frente a sus amigas que ella saldría con su hermosa vesícula, nos dieron la noticia de que no sería así, que al día siguiente se la quitarían y, de paso, harían el procedimiento por el cual estaba ahí.
Pasaron las horas, se fueron uno a uno y decidí esperar un poco más antes de despedirme. No contábamos con que, en "bola", llegaría un médico tras otro a preguntarnos qué nos parecía si la realizaban en ese momento. Ella se limitó a voltear a verme, pidiendo apoyo, asentí sin saber qué estaba haciendo, y juré que tendríamos varios minutos para platicar, organizarnos, recibir instrucciones, etc.
Electrocardiograma, el arribo del gastroenterólogo en playera del equipo español, contando cómo se tuvo que salir de la película "Eclipse", narrando un par de escenas, preguntándome "¿tú quién eres?"; "su sobrina", contesté, cual niña chiquita abrazando un osito que le llevaron de regalo.
"¿Se habrá echado sus chelas en el partido?, ¿no es protocolo traer bata y no arrastrar la voz y presumir el orgullo gallego de sus padres?, ¿qué le dijeron para sacarlo de su día perfecto de semifinal mundialista y cine en familia?".
"Bueno, ya nos vamos", afirmó, tras la llegada del anestesiólogo, el único cuerdo del grupo, y eso, por ser militar.
"??????????". "Ejem... Disculpe, cuánto durará?"; "45 minutos, pero es como un vuelo Acapulco, imagínate que tardará más en abordar que en el vuelo. Sé paciente y dame 45 más, nosotros te llamamos".
Se la llevó antes de las 9 y regresó a la 1 de mañana. ¿A dónde p..... habrá volado el gachupín?
Mi valentía, cual película, de darle un abrazo y un beso en la camilla, palabras de ánimo y despedida, se vio vencida a la media hora, cuando ya tenía a mi madre y a mi abuelita en el cuarto conmigo, quienes además me habían llevado un sandwich. No pensábamos decirle a la nonna por la edad, pero hoy estoy segura de que ese derecho de ser su madre no nos permite tomar esas decisiones. Llegó, lloró, pero estuvo, ahí, esperándo a su hija, quien, para decir verdad, regresó alucinando un poco.
Me dejó a mí en el cuarto y, cuando volvió, parecía que había armado mi reven. La esperábamos 6 y luego 4 personas. Dijo varias incoherencias, entre ellas, que el "pinche doctor y sus secuaces se la íban a pagar porque como había ganado 'México', estaban en playera de futbol". Yo sólo espero que no haya operado así, digo, hay niveles de fanatismo.
Así, muy a nuestro pesar, la dejamos para que descansara; y yo, me fui con sentimientos encontrados, el nervio que pasé al tomar la decisión con ella, por la responsabilidad de decirle a la mejor abuelita del mundo y que se preocupara de más, verla sacar sus figuritas de su cartera y rezar, llorar de tranquilidad cuando la trajeron al cuarto, y, lo más triste, que me pidiera que por favor la dejáramos quedarse a dormir, que no tenía sueño, que la ayudara a que mi mamá se lo permitiera, que, por favor, que estaría muy al pendiente. Simplemente, me partió el corazón y me nubló un poco el juicio al pensar que era una buena decisión a sus 86 años. ¿Cuándo cambiaron los papeles? Duele.
Gracias por este amor que nos hace siempre estar juntos, por estas mujeres, las tres, que son la fuerza de mi vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Dan.. Dejame decirte que no solo son un ejemplo para ti... Comparto tu admiracion por ellas y el carino. Tu heredaste esa fuerza d las Povero y el caracter, la inteligencia! Felicidades por tu hermosa familia los quiero mucho a todos y espero que Ana siga mejor, saludos Fam Povero. Muchos besos XO
ResponderEliminarLeer el post en la oficina resultó ser un grave error, me puso al borde del llanto.
ResponderEliminarEstoy seguro de que las situaciones difíciles nos forman, nos ayudan a aprender y cuando logramos salir de ellas con bien, nos hacen más grandes.
Esta semana tu familia completa creció, muchas felicidades.
Dan, esas muejres son la admiración de todas las personas que te rodeamos y que las queremos. a lo largo de tantos años de amistad he vivido a través de ti este cariño inmenso, momentos tristes y muchos más de legria. Q bueno q todo salio bien, confieso que rodo una lagrima cuando la Nona te pidio quedarse a cuidar a su hija, la imagine perfecto, esa mujer tan dulce y tan fuerte que ha visto tantas cosas y q lo unico que queria era poder estar junto a su hija, tqm gracias por compartir
ResponderEliminarSúper lindo. Tu caracter es reflejo del aporte de esas tres mujeres, quienes han demostrado valentía, fuerza y amor, a pesar de todo.
ResponderEliminarLo médico, las narraciones que tienen que ver con hospitales, la intranquilidad, la angustia y el triunfo al final son turning points en la vida. Y son necesarios para entender lo que es importante y lo que en realidad no existe más que en nuestra cabeza.
ResponderEliminarMe acabo de ir a ese lugar y a ese momento como si te estuviera viendo todo el tiempo.... hasta tus gestos.... LOV YA.
ResponderEliminarG.CH.
Lo mejor... Se la llevó antes de las 9 y regresó a la 1 de mañana. ¿A dónde p..... habrá volado el gachupín?
ResponderEliminarte quiero
kss
Tarde mi comment, pero seguro... y con los ojos llenos de lagrimas, estos 6 años de conocer a este matriarcado, me ha dado tantas satisfacciones, lecciones de vida y tanto cariño!!... Siempre fuertes, siempre humanas, siempre POVERO!!! Esto fue una prueba mas superada y una vez mas me siento afortunada de tenerlas en mi vida.
ResponderEliminarCon todo mi amor y mi respeto por siempre!!!