jueves, 24 de junio de 2010

Esther y Rocío


Mi madre, mi padre y yo llegamos al hospital con urgencia, aunque en el fondo, únicamente los hombres sabíamos que mi abuela materna ya había fallecido. La versión que tenía mi madre en este inolvidable domingo era simplemente que había empeorado. Así lo decidimos, no quisimos enterarla al momento de salir rumbo a la clínica.

El saludo hacia mis primos y tíos jamás apareció. Era entendible. La puerta estaba abierta y la luz apagada. El funeral había iniciado sin que el pizarrón negro de las letras blancas de una capilla lo oficializara. Nos colocamos a un lado de mi abue, con todo y su rostro cuya tranquilidad era cósmica, y dejamos que mi madre le llorara a su madre.

No hizo ruido. Fue un llanto silencioso, pulmonar, de ensanchamiento del pecho y regreso a la calma, con dificultades para respirar y tragar saliva. Sufrimiento de contenerse y no excederse. No rompió en cascada, fue un llanto de fuente de parque, de riachuelo que se alcanza a escuchar tras los arbustos, de tibio escurrimiento.

Incluso en el momento más triste de su vida, mi madre cuidó de mí. Su quebranto me habría roto en tres, pero aguantó. Me tomó de la mano y me dio un beso en la frente en el instante más sombrío. ¿No era acaso yo quien debía hacer eso?

Aquella noche de dolor expansivo, en el silencio más incómodo que puede existir, todos supimos que mi madre había dejado de ser parcialmente hija para ser totalmente madre.

El 21 de septiembre de 1997... Esther se robó el fuego por última vez.

Y al día siguiente, Rocío, su hija, ya tenía el desayuno de lunes listo para nosotros.

11 comentarios:

  1. esta semana se lucieron la princess y tú,
    felicidades a ambos

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  2. noches de dolor expansivo, me encantó la frase y la pienso usar.

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  3. muy bueno! los 4 últimos renglones me mataron...

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  4. por cierto!!!

    y tu foto apá?????

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  5. está muy bueno, te inspirasteSSSSS!!!!!

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  6. Creo que andamos sensibles. Excelente post.

    Puedo imaginar perfecto a mi suegra, aún con su frialdad, creo que en ese beso dijo todo lo que sentía.

    Me encantó la parte "había dejado de ser parcialmente hija para ser totalmente madre".

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  7. COMPLETAMENTE LLEGADOR Y DIVINO MODO DE EXPRESAR ALGO QUE TU MADRE TE DEJÓ MARCADO.

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  8. Estoy segura que ese tipo de imágenes sí están grabadas para siempre en nosotros, y que de viejitos serán los recuerdos que nos acompañen. Gran muestra de cariño.

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  9. Wow sin palabras. Me pongo de pie...maestro!

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