viernes, 25 de junio de 2010

Una hoja en blanco



Por qué será que aunque nos guste escribir, cada ocasión se convierte en un reto. En una especie de silencio, no incómodo, pero sí complicado. Basta sólo iniciar para que lo que estás pensando se transforme –no sé de qué manera ni con qué proceso- en algo que no era la idea original y que se va tejiendo en otra cosa, nada similar, pero sí real.

Así sazonamos historias para aderezar experiencias o crearlas. Cuando la pluma corre y no deja un segundo ni para respirar es cuando estamos dolidos, sensibles y vulnerables, cuando el corazón y el estómago escriben sensaciones que forman un nuevo lenguaje.

He recibido noticias difíciles por correo, cuidados, pero siempre correos; he tenido riñas, de las más fuertes, por mail o, antes, por carta, al igual que la más pulida y soberbia despedida.

Frase tras frase he despellejado y desenmarañado mi cabeza y he logrado transmitir infinidad de sentimientos.

En ocasiones, cuando quieres decir tantas cosas, se seca la garganta y terminas por expresar algo sin trasfondo. Sin sentido.

Después de tantas palabras, de darte cuenta que la comunicación puede convertirse en un verdadero milagro, sólo queda la más íntima relación con una hoja en blanco, en la que se vale todo, se inventa, se transforma, se borra, se repite, se sueña y no se habla..., en el más locuaz de los silencios.

5 comentarios:

  1. Me encanta la idea de la intimidad que tenemos con una hoja en blanco, aun cuando sabemos que el escrito quedara expuesto a todo aquel que desee leerlo.
    Ese sentimiento de contar las cosas sin decirlas escribiendo en una falsa secrecia, no tiene precio

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  2. quizas sea un egocentrista pero incisto cuando estes frente a el silencio de la hoja en blanco, escribe algo sobre mi jajaja besos te quiero :-)

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  3. No, bueno, sí que fue la semana de la inspiración :)

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