martes, 1 de junio de 2010

Tres de tres


La mudanza comienza con el arduo trabajo de empacar, cuestión que se complica para los "ratoncitos" que guardamos de todo por si un día nos llega a servir.

Empacando, porque insisto, me rehusaba a tirar cualquier cantidad de porquerías, encontré botellas vacías que eran recuerdos de innumerables fiestas, mis amadas partes de motor rotas de todos los percances que comenté en mi anterior post y un montonal de cosas que no tienen otra función que ser evidencia de muy distintas vivencias.

La cuestión de empacar es aún más difícil cuando tu chamba no te permite hacerlo sino el día de la mudanza, un par de horas antes de que llegue el camión, ahí la responsabilidad cayó en una señorita cuyo nombre no mencionaré, pero fue la encargada de tirar todas esas ingaderas a las que me aferraba con fervor.

Ya en el nuevo depa, le entramos a la limpieza todos, incluída una de nuestras más asiduas lectoras Adriana (léase, mi madre).

Para sorpresa mía, los anteriores inquilinos eran igual de ratones que yo, encontramos entre las cosas que se quedaron algunos recibos, un montonal de cuentas, una capa de polvo difícil de quitar y un traje de baño negro, sí uno de esos trajes que instantáneamente te hacen imaginar a una señora fea con cutis descuidado que se echa con una sonrisota de un tobogán en Tepetongo.

Llegó la hora de la comida, pues éntrenle a las quesadillas, una vez con el estógamo (no fue error, el mío es estógamo) lleno, había que seguir en la necesaria limpieza, labor que se vuelve imposible cuando no hay productos para limpiar.

Pues corro al súper, seguía buscando productos de una lista interminable, que contenía limpiadores que en mi vida había escuchado, cuando sonó mi teléfono, era Adriana.

-Oye acabo de romper la jarra de la cafetera
-No manches jefa, mejor hubieras roto el refri, o la lavadora, o ya de perdis al Wuero, pero no la cafetera.
-Busca otra jarra y yo te la pago
-No mouse cómo me la vas a pagar si llevas todo el día chingándole de a gratis, ahorita la busco.

Resulta que hoy en día es más sencillo enviar a un perro a la luna que encontrar la jarra, así que me dispuse a ver precios de cafeteras nuevas... poca madre, había una de 300 varos, que aunque lastimaban el bolsillo que acababa de pagar todos los electrodomésticos, bien valía el vicio del café.

Llegué con la cafetera nueva bien campante, terminó la fase uno de la mudanza, llevamos a mi madre a su casa, que ya no era la mía y regresamos a descansar.

Una semana después, invité a comer a los callalités para presumirles el depa con muebles provisionales, al terminar una persona, cuyo nombre es intencionalmente omiTimdo del post, ofreció su ayuda, que consistió en romper la nueva jarra de la cafetera.

El Wuero se dio a la tarea de buscar la nueva jarra, compró una que quedó muy grande, que a su vez cambió por una más pequeña que de todas formas quedó grande, y así hasta que decidió comprar otra cafetera de a 300 bolas.

¿Por qué tres de tres? Porque esa pinche jarra está salada, es cuestión de tiempo para que se pase a dañar la que viene siendo la tercera jarra

5 comentarios:

  1. Se te olvidó contar que unos meses antes yo había hecho una limpieza profunda en tu habitación y había colocado en bolsas n-mil ingaderitas para que las revisaras, tirado otras n-mil que ni te enteraste (entre ellas la mitad de las botellas) y ahora confieso que regalé otras n-mil (entre ellas la playera de Micky que usabas desde cuarto de primaria) y que solamente servía para presumirla ante tus cuates, diciendo "la tengo desde cuarto de primaria".

    Cuando tu hermano agarre camino, no tendré bronca, aunque tengo la sospecha que recuperaré el 50% de mi herramienta. Pero ¡ya imagino lo que sucederá cuando tu hermana lo haga! ¿me guardas esto que no me cabe? lo bueno es que ya comencé contigo diciendo "lo que se queda, lo tiro".

    Por último: esta no es tu casa, pero siempre que lo necesites tienes hogar.

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  2. El post bueno, el comentario de adriana mejor, jijiji

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  3. No se ha levantado la pre contingencia. 22 grados centígrados. Hoy no tembló.

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  4. jajajajajajjajajajaja sí, fui yoooo la que rompió la cafetera, lo más curioso es que fue por telepatía porque en el instante en que cayó al piso, yo estaba en el comedor.
    Muy buen post, Tim, me hizo reir demasiado.

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  5. Buenísimo, muy divertido. Las cafeteras de los callalités son siempre complicadas. =)

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