jueves, 29 de julio de 2010
En remodelación
Cállata se encuentra en etapa de remodelación.
Volveremos pronto con nuevas historias envueltas en un diseño cuyo cambio será palpable a nuestros lectores. Todo sea por mejorar una y otra vez.
Atte. Los Callalités.
viernes, 23 de julio de 2010
Tiempo de ¿relax?
Aquello de las vacaciones tiene algo de particular: tardan en llegar, se van de volada y pasan cosas inesperadas, incluidas las enfermedades que no te dan nunca, más que en esos días.
Tras medio año de chamba, decidí que era momento de tomar un break. Con los preparativos medio hechos, cambiando de planes y tomando decisiones con pocos minutos para repensarlas, llegó el último día de trabajo.
Un día extra pedido para ver el arranque de la Selección en el Mundial, con todo y desmañanada y reunión de waffles y Quik, sustituyendo a las chelas y botanas, y tocó el turno de empacar y revisar que todo estuviera en orden.
Cuando haces la maleta a toda prisa, corres el riesgo de olvidar la mitad de las cosas indispensables, pero cuando la haces con todo el tiempo del mundo, corres el riesgo de llevarte medio closet y hurgar donde jamás metes mano y donde seguramente no hay nada que podrías necesitar.
Así fue. Saqué un banquito -rojo, eso sí-, que nunca había usado, pero que, cuando lo compré, juré que sería de gran utilidad.
Dispuesta a subir en él, no encontraba el correcto mecanismo para abrirlo; moví las patas en el lado opuesto hasta que quedé prensada del dedo gordo entre dos superficies metálicas que estaban prácticamente pegadas con mi mano en medio.
Queriendo gritar de dolor, pero pensando que el tiempo de reacción sería valioso para salvarme, emití un "aaaauuuu", medio discreto para lo que estaba aconteciendo, y dediqué mis pocas fuerzas a tratar de separar con el otro brazo aquel desastre que jamás hubiera logrado reparar.
De haber estado sola, habría tenido que salir corriendo de la casa, cual loca con banquito cargando, a pedir auxilio. Afortunadamente, mi novio salió al rescate.
"¿Estás bien?"....
...."Ayúdameeeeee"....
Tras levantarse de la cama con un salto chapulinesco, analizar la situación en el medio segundo en el que llegó al lugar de los hechos; no identificar el funcionamiento del mecanismo, pero lanzar un puñetazo a la base del asiento, que, DE MILAGRO, atinó al sentido correcto; y yo, en estado de shock sin poder hablar ni para advertir hacia dónde moverlo.
Mi dedo quedó liberado al instante, morado, flaco como calcomanía y con un hoyo -que aún no me explicó cómo pasó-. Juré que estaba roto, esguinzado o algo por estilo.
Mientras él corría por hielo, yo empezaba a llorar tras liberar la adrenalina del susto. Cual película de terror, y, sin exagerar, en ese momento se nubló el cielo, sonaron ambos celulares, uno tras otro, cayeron dos rayos, con los sucesivos truenos a todo volumen, que me asustaron aún más.
Una de las llamadas a mi teléfono fue para preguntar si no le habían robado a él su celular porque un individuo se había comunicado.
Esquivamos el sonido de la tormenta, el cambio de hielo, tirando todo lo que se cruzaba en su camino; las lágrimas, la temblorina, la revisión del movimiento de la herida, a la par de alertar a la familia por si recibían alguna comunicación extraña.
En fin, no me fui con la mano enyesada a la playa, pero el destino se encargó de cobrármela. En la alberca, sin moverme, llegó una avispa, abeja o bicho extraño, a depositar -una vez más- su aguijón en mi hombro. Ahí sí grité, salté, me sumergí, pedí que me quitaran al animal de la cabeza, con todo y gringos mirándome.
Así que ¿karma... o vudú vacacional?
jueves, 22 de julio de 2010
30 estados, Culiacán y un Distrito Federal
De huerquito siempre dije que sería novio (así hablan los embriones) de pura chilanga.
Por algún extraño motivo, y pese a que mi madre es de la hermana república de Guanajuato, siempre tuve aversión a la provincia. No algo malo propiamente. Tan sencillo como que siempre vi en la Ciudad de México a todo México. Y lo que hubiera afuera, era una periferia, un agregado, un montón de pueblitos en los que difícilmente habría electricidad. Oh sí, cuando niños somos muy crueles en ciertos aspectos. Incluso en la noción de pertenencia.
Pues bien, por bravucón y bocazas, hoy la vida me ha dado un buen sopetón. Ando con una "culishi", y estoy profundamente enamorado de ella. Me resulta irresistible cuando arquea su tonito de voz y, con ello, logra que yo piense en su faceta más cachubi. No me importan las burlas por las quesadillas de queso: pese a mi aversión del pasado, ahora me fleto mis amaneceres con ella y festejo la relación más atómica de la República Mexicana, compuesta por el Distrito Federal, Culiacán... y el resto.
Sí, fui hablador, sí, me le tiré a la yugular a las de provincia, sí, las coloqué a la altura de Guatemala, pero no importa. Hoy soy feliz gracias al destino que me quitó lo testarudo y me convirtió en víctima del embrujo "culishi".
Por cierto, las especificaciones que me dieron alguna vez acerca de las mujeres de Culiacán son verdaderas. Brindo por ello.
miércoles, 21 de julio de 2010
Cuando sea grande...
Como digna Reina del Norte, mi madre siempre se ha caracterizado por su dura forma de juzgar, su mirada penetrante, su obsesión por la limpieza y su perfeccionismo.
Mientras vivía bajo su tutela, me quejé mil veces de sus regaños exagerados por no tender la cama, levantarme tarde, dejar las cosas regadas en mi recámara, subir los pies a los sillones o a la cama, dejar las puertas abiertas cuando teníamos visitas y un sinfín de etcéteras, pero, sobre todo, odiaba cuando me mandaba a buscar algo y yo regresaba con el clásico "mamá, no lo encuentro", a lo que respondía "te está picando, no puede ser....".
Los años transcurrieron y juré no ser igual que ella cuando creciera (en esos aspectos), pero después de veintitantos años apareció en mi vida Luis, mejor conocido como Inphi y a quien hoy llamaremos "mi karma" o "el vengador de mi madre".
Sí, digo vengador porque en casi 8 meses ha hecho que me trague, una a una, mis palabras y frases, como "yo nunca voy a ser así, mamá", "no voy a regañar a mis hijos", "qué horror que tengas esa obsesión por la limpieza"... todas las he deglutido.
El vivir con una personita despistada y despreocupada me obliga a usar diariamente expresiones como:
1. "Luis, no inventes, te está picando...
2. "A ver.. ahí va la maga a aparecerlo"
3. "¿Traes cola? ¿por qué no apagaste la luz?"
4. Cómo se te ocurre abrir sin avisarme, no ves que está toda la recámara tirada...
5. ¿Te fuiste sin ponerle llave a la puerta?
6. ¿Puedes poner en su lugar tus cds?
7. ¿Qué hace la lap conectada?
Hoy, después de 10 años, lo acepto. Soy igualita a mi madre en muchas cosas... ¿mi Karma o simplemente "de tal palo... tal astilla"?
martes, 20 de julio de 2010
Todo por el extintor
viernes, 16 de julio de 2010
Espíritu del mal gusto
Tras caracterizarnos por ir siempre a los mismos lugares, al jefe de la banda se le ocurrió cruzar fronteras y llevarnos a un lugar kitsch, según él, muy de moda, en el que viviríamos una noche diferente.
Empezó a armar el grupo y, para variar, le contesté: “Oooookkkk”, léase el tono de "ya queeeeeee".
Al primer, “No podemos llevar carro”, debí pensar que no era la mejor idea. “Ahí asaltan, qué miedo dejar el coche, mejor nos vemos donde siempre y en taxi”.
“Órale, pues”.
Así, llegamos a la Colonia Maravillas, ironías de la vida, y frixi los dejé con el dato.
Desde la entrada al “Disco Club Privado”, del cual no revelaré el nombre, -"venga, periodistas, a investigar"-, delatamos nuestra cara de turistas, la cual fue detectada al minuto dos por los asiduos clientes que nos miraban como presas nuevas.
Estilo fonda, con todo y mantelitos de plástico de florecitas, prácticamente agarrados con pinzas para colgar la ropa; sillas de cantina; luminoso como sala de hospital. Los adornos, globos y PAPEL PICADO, cual fiesta de quinceañera, y la música… no tan mala, creo, recuerdo una mezcla de todos los géneros, más las clásicas peticiones.
Hombres con sombrero, botas vaqueras, mostacho a todo lo que da, y pinta de macho men, nos daban la bienvenida con su mirada fija.
Le mentamos la madre unos cuantos minutos al fiel organizador, quien no podía mostrar su nerviosismo y se comportaba como el más “cool”, pidiendo las primeras chelas.
Después de un par, ya bailábamos todos, eso sí, codo a codo, y en círculo, por cualquier imprevisto.
Saldo: le robaron la cartera a uno del grupo, o al menos eso nos dijo. No hubo necesidad de reclamarle a nadie, simplemente, el autor intelectual nos avisó que ya estaba afuera nuestro mismo taxi, pagamos y nos fuimos después de varias horas.
Ya ves, Paquito, de haber sabido que serías el tema de este post..., era cuestión de esperar para que surgiera una de tantas de las que vivimos juntos. Sí, es el peor hoyo al que hemos ido, al menos juntos, jaja, así que ponte las pilas y llévame a conocer tus nuevos lares.
¿Any thoughts?
jueves, 15 de julio de 2010
Realmente... el peor
En el mundo de los tugurios es más fácil encontrar el mejor que el peor de ellos. Y, en verdad, nosotros ya encontramos el peor.
Un table siempre tiene su dosis de "encanto", if you know what I mean. La luz moribunda, la creencia de que uno está seguro pese a las advertencias en cada milímetro, la mirada de los monigotes que marcan la entrada al lugar, el tipo de vasos, la lamparita con la que te alumbran el menú de bebida, la altura del techo, las "formas" de las protagonistas de la noche, la voz inaudible del presentador, la ubicación de los privados, en fin.
Hace poco quisimos indagar Princess Janne y yo un tugurio que se encontraba en una zona muy cercana a las casas de mi suegra y de mi madre. De día parecía otro negocio, pero de noche, con la ayuda de un escalerón metálico de color negro, de pronto todo se convertía en una sucursal del infierno carnal. Pero más que a sexo, el aroma era a lo más chueco que uno puede imaginar. Un tipo cobraba por ver cómo te estacionabas, otro por ver cómo te bajabas del coche, otro por seguirte con la mirada mientras subías las escaleras y otro más por atestiguar tu entrada al lugar. Puro hampón, no menos que eso.
Sabíamos que la encomienda era una hora, un chupe y adiós. Un miércoles perdido en junio y una misión de saber el tipo de tugurio que, súbitamente, había irrumpido muy cerca de una colonia residencial. Y no nos equivocamos.
En toda la extensión de la lógica, el mejor signo de que uno se encontró con Dios es el cielo, y de que uno se topó con el diablo es el rojo del infierno, pero aquí, paradójicamente, hasta lo prohibido era ilógico. Era un table en el que no había tubo, sino simplemente una plataforma para que la chica en cuestión caminara de un lado a otro como hamster e hiciera una rutina enteramente intrascendente.
A eso habría que sumarle la presencia masiva de guarros en comparación con escasos 5 clientes, ya contándonos. En un lugar así... lo último que llega a la cabeza es cualquier variante de antojo y lo primero que impera es la urgencia por terminar el trago y salir de ahí "completo".
Fue suficiente la experiencia y el riesgo. Pedí la cuenta, nos topamos con los pronosticables reclamos de propina y valet parking y, sin rasguño, escapamos del tugurio más bajo de la historia.
Como verán, en el presente relato no hablé de las chicas del lugar. No me vino a la cabeza. No las recuerdo.
miércoles, 14 de julio de 2010
El precio de un berrinche
No tengo tantas experiencias en tugurios y lugares poco agradables, es más, haciendo memoria, creo que sólo recuerdo un par. Uno de ellos es un canta bar de aspecto dudoso que está en acoxpa, bueno, la zona lo dice todo. ¿Cómo caí ahí? gracias a mi amiga Mafer, a su ex novio y a uno de mis ya conocidos caprichos.
Día lluvioso, había tronado con el susodicho y no tenía muchos ánimos de salir, pero un café con los amigos nunca está de más, así que decidí llamar a mi amiga para que me sacara de las cuatro paredes en las que estaba encerrada y escuchando música, de esa que ponemos la mayoría de las mujeres cuando estamos despechadas, ideales para cortarnos las venas. Claro, antes de colgar le aclaré que mi intención era TOMAR CAFÉ, no más.
Como siempre, no me podía fallar, así que se aventó un round con su galán y tras discutir unos minutos lo convenció de ir por mí. La lluvia no cedía, lo cual le ponía un toque de melancolía al ambiente. Llegaron a casa de mi mamá, salí un poco indispuesta (sí, ya había cambiado de parecer) y les dije "y si mejor nos quedamos?", acto seguido, los ojos del galán de mi amiga se clavaron en mí. "Ok, vamos", dije.
Me subí al coche en la parte de atrás y cómodamente conversaba con mi confidente cuando me percaté de que el coche se dirigía hacia San Ángel. Grave error. No recuerdo si ese día o uno anterior me habían propuesto ir a otro cantabar de aquella zona, pero mi respuesta fue clara "No". Simplemente no quería alejarme demasiado de mi casa.
"¿A dónde vamos?", pregunté, pero no tuve respuesta... "¿QUE A DÓNDE VAMOS?", volví a preguntar. "Ay, x, sólo vamos a echarnos un drink", me dijo en regordete. Por supuesto que al ver mi reacción se arrepintió inmediatamente. "Ah no, yo dije que un café", expresé (léase con tono mamón y con la lluvia de fondo) "regrésenme a mi casa, yo no voy a ir a ningún lugar, me engañaron, les dije claramente que .. bla, bla, bla... es más.. aquí me bajo" (obvio no lo hubiera hecho, para ese momento ya no parecía lluvia, era un diluvio). "Janett, ¿estás loca?", me preguntó el tipo en cuestión. "Neta, o me regresan a mi casa o bla, bla, bla".
Total, los convencí. Conocían perfecto el alcance de mis berrinches y no se expusieron, además, creo que los aturdí. Negociamos un momento (en camino hacia mi casa) y llegamos al café La Selva, el cual, para mi mala suerte, estaba cerrado. "Pues ya, no hay más, vamos a un cantabar que está por aquí, ¿va?", expresó el chico. Mi amiga sólo se reía y miraba con ojitos de borrego a su novio, sabía el problema que tendría que afrontar con él, todo gracias a la princesita que venía sentada en la parte trasera. No tuve más remedio y asentí.
Creo que es el berrinche que me ha salido más caro en la vida. No se imaginan el nivel y clase del lugar. Fachada roja, una iguana de metal al lado de unas letras que anunciaban el nombre del tugurio. Entramos y mi sorpresa aumentó. Figuras extrañas pendían del techo y se asomaban por la cantina, sillones poco cómodos, personal.. bueno, ni hablar.. "Ah no, aquí no me quedo.. neta no", dije. Pero el lugar estaba tan, pero tan feo que ninguno de mis acompañantes replicó, nos dimos la vuelta y nos subimos nuevamente al coche.
Ahí no terminó la noche. Como ellos seguían con ganas de divertirse, ya que aún quedaban un par de horas para el toque de queda de mi amiga, y yo me sentía un poco comprometida por mi magno berrinche, acordamos hacer un último intento. Frente a la Vitrola de Acoxpa, en un segundo piso, se veía otro cantabar. Entramos y casi lloro. Mesas más pequeñas que las de mis polly pockets, una nube de humo y los vecinos de peda nada agraciados.
Ese día aprendí lo que cuesta un berrinche... el cover de un lugar de mala muerte.
martes, 13 de julio de 2010
El Congal
A lo largo del último año he sido duramente criticado por contar, en mis historias, hasta el más mínimo detalle de cosas que terminan siendo irrelevantes.
Así, me limito a decir que llegué al Congal, casa de un amigo de mi mejor amigo, dicho tugurio no estaba ubicado en una zona fea, el edificio no se veía mal, más bien, los que lo convertían en aquella cosa eran los residentes e invitados.
La estancia en lo que catalogo como el peor tugurio inició cuando el dueño de la casa nos solicitó subir al departamento mientras él esperaba al resto de la banda.
Al llegar al piso indicado, todo mundo comenzó a tocar desesperadamente...
-¿Qué hacen?
-Pues es que el Mierdegas nos dijo que le tocáramos al Morris
-¿Quién es ese wy?
-Su brother
En ese momento comencé a hacer cuentas y la deducción lógica fue que la madre de Mierdegas y Morris, se encontraba de vacaciones. Cuando el Morris abrió completamente dormido, me presente, y al preguntar para no quedarme con la duda me sacó de mi error, su madre dormía en otro cuarto del departamento.
Al entrar la imagen fue más perturbadora, la sala constaba de un mueble, una mesa con una pecera que en lugar de peces contenía pomos vacíos, la alfombra que cubría el piso de la sala, obviamente no era persa, era alfombra de cuarto mal recortada y estaba decorada colillas de cigarros.
En el baño encontré el "device" más impresionante que la ingeniería ha visto en su historia, un balde que recolectaba el agua que goteaba del lavabo, para después derramarse. Creo que les falló el cálculo, dicho artefacto hubiera servido si lo hubieran vaciado cada media hora, pero al estar lleno, se convirtió en un adorno más.
El punto clave de la noche llegó cuando otro personaje de esa banda, se metió al cuarto, que se ubicaba a escaso metro y medio del cuarto de la progenitora y jefa de familia, con una cosa que acababa de conocer, cinco minutos después solicitó a uno de sus cuates que le comprara condones. Too late fue su respuesta cuando su amigo y mensajero llegó con los globos de latex.
Así, sin considerarme fresa, puedo decir sin duda que ese es el peor tugurio que he conocido.
viernes, 9 de julio de 2010
Un matriarcado
Mis historias de hospitales no han sido tantas, contemplando que he sido la más accidentada desde niña. Puntadas, descalabradas, heridas, esguinces, alrededor de 48 picaduras de abejas y avispas, en las situaciones más inimaginables, como simplemente levantarte de tu toalla después de asolearte e interrumpir su vuelo, estar en una alberca y que decida posarse en tu hombro y atacar, simplemente pisarlas, recargar una mano en donde decidió que era postura territorial, entre otras muchas veces en las que he digerido su "veneno". Y, porqué no, ir aumentando el riesgo: arañas y un alacrán que pisé al echar una "cascarita" con mi hermano pambolero, 5 minutos antes de regresar con mis abuelos a México después de un fin de semana en su querida casa de Tequis. Especialista en sacarles algunos sustos, acabé con la lengua hinchada y en una clínica en la que con un antihistamínico fue suficiente para retomar la carretera.
Ingresos a hospitales, sólo dos: uno de pequeña por escartalina que, por supuesto, no recuerdo, y el segundo, el último año de preparatoria, en el que jugaba semana con semana volley ball con mis amigos, claro, todos hombres. Además de subir mi nivel para después practicar en la selección femenil del colegio, me adjudiqué una estadía de una noche internada.
Estaba amarilla, me sentía fatal, pero seguía jugando, con ese espíritu que ya conocen, hasta que pedí mi salida para prácticamente desmayarme. Me llevaron a mi casa y mi madre al hospital: era hepatitis.
A últimos días viví nuevamente el ingreso a estos lugares, pero esta vez para apoyar a mi tía, persona base y fundamental en mi vida. Estos sitios siempre me han parecido que tienen una magia especial, otro idioma y, como en casi cualquier ámbito, me gusta observar su funcionamiento. Éste, tenía la pinta de un hotel, como los nuevos nosocomios privados; más, si el dueño es el hombre más rico del mundo.
Para decidir si le harían una biopsia, y tras asegurar en diversas ocasiones y frente a sus amigas que ella saldría con su hermosa vesícula, nos dieron la noticia de que no sería así, que al día siguiente se la quitarían y, de paso, harían el procedimiento por el cual estaba ahí.
Pasaron las horas, se fueron uno a uno y decidí esperar un poco más antes de despedirme. No contábamos con que, en "bola", llegaría un médico tras otro a preguntarnos qué nos parecía si la realizaban en ese momento. Ella se limitó a voltear a verme, pidiendo apoyo, asentí sin saber qué estaba haciendo, y juré que tendríamos varios minutos para platicar, organizarnos, recibir instrucciones, etc.
Electrocardiograma, el arribo del gastroenterólogo en playera del equipo español, contando cómo se tuvo que salir de la película "Eclipse", narrando un par de escenas, preguntándome "¿tú quién eres?"; "su sobrina", contesté, cual niña chiquita abrazando un osito que le llevaron de regalo.
"¿Se habrá echado sus chelas en el partido?, ¿no es protocolo traer bata y no arrastrar la voz y presumir el orgullo gallego de sus padres?, ¿qué le dijeron para sacarlo de su día perfecto de semifinal mundialista y cine en familia?".
"Bueno, ya nos vamos", afirmó, tras la llegada del anestesiólogo, el único cuerdo del grupo, y eso, por ser militar.
"??????????". "Ejem... Disculpe, cuánto durará?"; "45 minutos, pero es como un vuelo Acapulco, imagínate que tardará más en abordar que en el vuelo. Sé paciente y dame 45 más, nosotros te llamamos".
Se la llevó antes de las 9 y regresó a la 1 de mañana. ¿A dónde p..... habrá volado el gachupín?
Mi valentía, cual película, de darle un abrazo y un beso en la camilla, palabras de ánimo y despedida, se vio vencida a la media hora, cuando ya tenía a mi madre y a mi abuelita en el cuarto conmigo, quienes además me habían llevado un sandwich. No pensábamos decirle a la nonna por la edad, pero hoy estoy segura de que ese derecho de ser su madre no nos permite tomar esas decisiones. Llegó, lloró, pero estuvo, ahí, esperándo a su hija, quien, para decir verdad, regresó alucinando un poco.
Me dejó a mí en el cuarto y, cuando volvió, parecía que había armado mi reven. La esperábamos 6 y luego 4 personas. Dijo varias incoherencias, entre ellas, que el "pinche doctor y sus secuaces se la íban a pagar porque como había ganado 'México', estaban en playera de futbol". Yo sólo espero que no haya operado así, digo, hay niveles de fanatismo.
Así, muy a nuestro pesar, la dejamos para que descansara; y yo, me fui con sentimientos encontrados, el nervio que pasé al tomar la decisión con ella, por la responsabilidad de decirle a la mejor abuelita del mundo y que se preocupara de más, verla sacar sus figuritas de su cartera y rezar, llorar de tranquilidad cuando la trajeron al cuarto, y, lo más triste, que me pidiera que por favor la dejáramos quedarse a dormir, que no tenía sueño, que la ayudara a que mi mamá se lo permitiera, que, por favor, que estaría muy al pendiente. Simplemente, me partió el corazón y me nubló un poco el juicio al pensar que era una buena decisión a sus 86 años. ¿Cuándo cambiaron los papeles? Duele.
Gracias por este amor que nos hace siempre estar juntos, por estas mujeres, las tres, que son la fuerza de mi vida.
miércoles, 7 de julio de 2010
Se llama Naomi
Como hija de un médico, historias de hospitales conozco muchas. Desde el anestesiólogo que falleció por inyectarse los químicos destinados para sus pacientes hasta la pésima actitud de las servidoras de hospitales públicos.
La verdad, viví una de las peores experiencias en una clínica del seguro, cuando tuve que ir por una pinchurrienta incapacidad, que de haber sabido que sólo serviría para justificar mis faltas, me hubiera ahorrado los tres días que pasé formada y esperando a que me atendieran, claro, sintiéndome de la fregada.
Pero esta vez hablaré de la mejor experiencia. Afortunadamente, pocas veces he tenido que ir a un hospital a visitar a algún amigo o familiar, como mis suegros, quienes recientemente estuvieron internados. Y sólo en dos ocasiones he estado en una camilla, sin embargo, una de mis mayores alegrías están relacionadas con el hospital: el nacimiento de mi mini me, osea, mi hermana menor.
No quiere decir que la llegada de mis otros hermanos no haya sido importante, sin embargo, a Naomi la esperábamos con mucha ilusión, ya que después de 11 años, tendríamos nuevamente en casa a una bebé.
Acompañé a mi mamá a sus consultas, al ultrasonido, de compras.. casi era el papá de la niña, pero justo ese día me quedé en casa, ya que mi padre había cancelado sus compromisos para llevar a la reina del norte con el ginecólogo.
- ¿Hija?, no te asustes, pero saca de la secadora la ropa de la niña, métela en la pañalera, tráete mi bata, agarra la cámara de video de mi clóset, avísale a tus tías y a tu abuela, y vénganse rapidísimo, Naomi va a nacer. Ah, lo olvidaba, por cualquier cosa que llegara a pasarme, el dinero está en.... (la interrumpí)
-¿Quéeee? pero, mamáaaaaaa, aún le falta tiempo
No terminé de decir eso cuando me colgó. Efectivamente, le faltaba un mes y medio, algo bastante peligroso. Obviamente, al llegar a la secadora ya se me había olvidado la mitad de los encargos de mi sacrosanta. Sentía que la que daría a luz sería yo, no ella.
-Rapidoooooooooooooooo, pásenme el teléfono. La pañalera, Fer, sube por la cámara....
-Mamanana (entiéndase, abuela) ya va a nacer Naomi
- Ayy mija, que padre.. y bla bla bla bla bla
-Mamanana, es de emergencia, no se le escucha el pulso a la niña.. tengo que correr.. bye ..
Llegué al hospital, no sé cómo, pero llegué. Corrí como desesperada por el pasillo hasta que vi a lo lejos que unos enfermeros llevaban a mi mamá..
-Espéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerense, grité a todo pulmón
En eso, una cabecita con poco pelo se asomó, era mi papá. Le di la cámara para que grabara el nacimiento de mi hermana, le di un beso a mi mamá en la frente y le deseé suerte.
Tras dos horas de espera, las más largas de mi vida, salió mi papá con sonrisa de oreja a oreja y nos mostró el video. No sé cómo describir ese momento, no podía creer lo que estaba viendo: mi cara en una bebé.
-¿A quién se parece?, preguntó mi papá
- Papá, no manches, es idéntica a como la vimos en el ultrasonido 3D, está súper peluda y se parece a Carla!!!!!!!!, expresó mi hermana con cara de sorpresa
Yo, simplemente no podía hablar. Era el mejor regalo, el mejor momento del año.
Los años pasaron, y hoy, mi mayor alegría tiene 5 años, es la niña más hermosa sobre la tierra, y cada vez se parece más a mí, pero claro, ahora su pregunta es "Hermana, ¿por qué te quieres parecer a mí?, me copias en todo"... eso.. no tiene precio.
martes, 6 de julio de 2010
El fin
sábado, 3 de julio de 2010
Just Redondo
En mi familia nos caracterizamos por hacer cosas excesivas o fuera de lo normal. También, nos suceden acontecimientos que a nadie le pasarían. Sin embargo, quien se lleva las palmas es mi papá.
Hace como cinco años, mi mamá me despertó con unos gritos histéricos, como si la estuvieran matando.
Entró a mi cuarto y me dijo: "Levántate que no se que le pasó a tu papá, está tirado en el piso y no lo puedo levantar".
Al acercarme a su habitación, vi a mi jefe tirado, con el tobillo demasiado hinchado y sin poder hablar, gracias a que venía un poquito tomado.
Al preguntarle qué le había pasado, nos contestó ¡¡¡que se había atropellado!!!
Obvio nosotros no le creímos, pensamos que era parte de su borrachera o de sus bromas. Lo queríamos llevar a un hospital a que lo revisaran, pero él insistió en que lo acostáramos a dormir, después de ponerle una pomada para desinflamar.
Al siguiente día, con un poco de dolor en su pierna, le exigimos que nos contará lo que había sucedido en realidad.
Y nuestra sorpresa fue grande, cuando sobrio, nos platicó que se había atropellado él mismo. ¿¿¿??? (Ni que fuera mago).
Pero bueno, para todo hay una explicación.
Él iba manejando rumbo a la casa y quiso prender un cigarro. Traía dos cajetillas: una que ya no tenía nada y la otra casi llena.
Por despistado aventó por la ventana la que traía cigarros y se quedó con la vacía.
Al darse cuenta, frenó la camioneta y se bajó para recoger los otros. Sin percatarse, en lugar de poner la palanca en parking, la puso en reversa.... y cuando se estaba agachando a recogerlos el coche se le vino encima y las llantas sobre su pie.
Nadieeeeeeeee... lo más chistoso fue cuando tuvo cita en el hospital y el doctor no podía creer lo que le había pasado.
Y cosas como estas, nos suceden con regularidad. =)
viernes, 2 de julio de 2010
A ti...
Ante dos peticiones claras, no hay forma de resistirse.
Todo inició en uno de mis tantos chevys, cuando tras una simpatía, imagino, ya que para ser sincera no recuerdo ese primer día, ese primer contacto que en algunas historias se vuelve importante o, al menos, anecdótico.
Después de algunas pláticas, decidí, a través de un presentimiento, invitarlo a un plan entre amigos. Pensé que haría falta mucho más que un café, probablemente varias cervezas y/o un par de botellas, para hablar de nosotros. Pero no fue así, su personalidad transparente me llevó a conocerlo pronto.
Así comenzaron nuestras salidas rutinarias, siempre en aquel auto color baño chillante que se volvió en nuestro mejor aliado. Con 50 pesos en la bolsa nos alcanzaba para todo lo inalcanzable, incluida la gasolina para darle la vuelta al mundo.
¿Cómo terminaba debajo de nuestra mesa una cartón de chelas?, ¿de dónde nos sobraban bebidas para lanzarlas por los aires cual spring breakers?, ¿porqué éramos recibidos por aquellos lares como socios o los mejores clientes?, ¿cómo los 'viene viene' nos movían cualquier auto para estacionar el nuestro? Probablemente era por aquel angelote que llevaba a mi lado en el asiento del copiloto y, después de algunos tragos, como conductor.
Una de esas noches memorables, salimos con el rumbo establecido. Primera parada: el Centro Histórico de la Ciudad de México; segunda, tomar calles tan seguras como Hidalgo a las 4 de la mañana, sola, para encontrar la ruta hacia Periférico Norte.
Todo transcurría normalmente, la música a todo volumen, lamentando el final de la noche, hasta que mi fiel acompañante decidió que la banda de distribución había cumplido su ciclo, en el mejor lugar, la Alameda Central, y en el mejor momento, vestida de antro a los 18 años con el pelo esponjado tras algunos peculiares pasos de baile. Sin crédito en el celular, con 25 pesos de presupuesto y sin poder darle marcha al coche, pasaron muchas cosas por mi mente, pero decidí enfocar el miedo y transformarlo en valentía; tampoco tenía otra opción.
Me bajé muy decidida y caminé hacia a un puesto de tacos, el más cercano, en el que me esperaban cuatro elegantes caballeros. Les pedí una tarjeta telefónica y, además de proporcionármela, pegaron dos tres chiflidos para llamar al 'arréglalo todo' del barrio. Segundo momento de pánico.
Logré comunicarme con mi amigo, a quien acababa de dejar en su casa 10 minutos antes, y quien caminando en pijama llegó al lugar en menos de 3, a la par de aquel mecánico que desahució, tras varios golpetazos, mi querido medio de transporte.
Pagamos la cuota de 30 varos para salir con vida de ahí; una grúa de alguna tarjeta de promoción apareció para transportar la unidad a la puerta del taller más cercano, una llamada contestada por mi hermano adolescente de bastante mala gana y la subsecuente a mi madre, me hizo tener el permiso de no llegar.
Subimos escaleras y escaleras hasta su departamento, al cual nunca había entrado y en el que probablemente soy de las pocas afortunadas, en donde también habría que explicarle a su madre a la mañana siguiente qué demonios hacía ahí, pero nada más nos importó. Dormimos poco y me fue imposible levantarme.
Nos esperaba un día de verdadero terror. Ingeniar qué ponerme –elegimos un disfraz de hip hopera involuntario, con unos pants cuatro tallas más grandes a la mía y unos tenis en los que me cabían dos pies-, pero, sin duda, mucho mejor que el que traía; mover el coche, conseguir dinero y un mecánico, desayunar uno de los mejores licuados que ahora extraño, viajar en metro, microbús y caminar a la hermana república de Satelbronx para llevarme a mi casa en aquel estado, y volver de la misma forma a la suya. Hacerse cargo de todo lo demás hasta revivir aquel compañero que fue testigo de tantas experiencias.
Así nació una amistad, de las más grandes y sinceras que conservo hasta la fecha, con sus altibajos como en cualquier relación, pasando de la mano derecha a la izquierda, al último dedo chiquito del pie, y escalando posiciones con los años, por el simple hecho de aguantar mi difícil y exigente manera de concebir la lealtad.
Hoy, no es necesario ese escalafón. Lo he visto soñar, llorar, enamorarse, crecer y salir adelante, pero siempre a mi lado y con una bondad que conmueve.
Él, aprendió a conocerme, a ignorarme cuando no puede más con mi necedad, a reír, a hablar con la mirada; fue un guardaespaldas, tocó de mi hombro para pedirme las llaves en aquel momento, encontró la forma de burlarse de mí y de él mismo, a aceptar, a guardar secretos, a escuchar, a expresar lo que no le gusta –con mucho esfuerzo-, a respetar y, especialmente, a estar.
A ti, Paquito de mi corazón.
jueves, 1 de julio de 2010
Matiné
Díganme mandil, me vale tres cacahuates, pero aunque hace poco me levantaba y corría directo a abrir mi laptop para hacer algunas de las cosas que ya narró hace días Princess Janne, ahora la onda es diferente.
Si bien es cierto que disfruto dormir con la generala, recientemente mi fascinación consiste en aprovechar que despierto antes que ella para verla, analizarla, observarla y volverla a mirar. Es un ritual sencillo, rápido, silencioso y, por ende, personalísimo. Como el testamento. Se hace cuando nadie se da cuenta. Y hay una sensación de futuro porque existe una noción de seguridad. Por ende, espiar al ser amado tiene su faceta testamentaria.
Lo admito, me compro alegría con billetes de oportunismo. Es cuestión de avivarme con los minutos en los que ella duerme sin saber que yo ya no lo hago. Y la observo. La nariz en calma, los ojos vencidos, la mejilla doblada por la almohada, la boca abierta (sí, así duerme), las manos en pose de fractura y las piernas descompuestas, desquitando el rigor al que ella las somete durante el día. Porque su imagen le importa tanto como lavarse los dientes o escribir con aseo.
Mi función favorita es mañanera. Mis ojos andan y saltan por ahí, y ella... ni en sueños lo imagina. Sé que la princesa me espía de noche porque a mí me derrota primero la siesta, pero a la vez sepamos que yo me repongo antes. A ella le viene todo "después". No es que sea dormilona por convicción, es que yo soy tempranero por elección. Alguien me dijo que al día se desperdician 8 horas en la hibernación del sueño. Yo lo gozo, no lo repruebo, pero también sé que me gusta estar despierto, y empezar a tirar miradas, muchas, cuantas se pueda. Y nutrir al ojo con algo que le guste.
Comenzar a diario con ella. La primera visión. La mejor de la mañana.
¿Cómo mejoro un día cuando se inicia en la cima?
miércoles, 30 de junio de 2010
Una frase bastante aplicada
"Hoy no me puedo levantar" ha sido una de las mejores obras a las que he asistido en mi vida. Tuve la gran suerte de verla en Madrid, con actores y cantantes españoles.
A pocos días de dejar mi ciudad favorita, decidimos ir al teatro para conocer algo más que shopping, museos y restaurantes, donde, por cierto, pasábamos varias horas de nuestro día.
Estábamos indecisas, no sabíamos si comprar tickets para "Mamma Mia" o para ésta, pero al final ganamos las que votamos a favor de la puesta en escena cuyo nombre se desprende de una canción de Mecano.
Durante la función, que duró cerca de tres horas y cacho, casi muero congelada, estaba tan alto el clima, que no tuve más remedio que bajar a comprar una playera de 50 euros con el logo de la obra. Sí, me pesó horrible, sobre todo porque cero me gustan. No, no me la puse más de una vez. No, tampoco sirvió de mucho, hubiera sido mejor un calefactor, una chamarra o mínimo un buen abrazo.
Al salir, el metro había cerrado, así que a los 50 euros de la prenda le tuvimos que sumar otros 30 de un taxi que nos llevó hasta nuestro departamento, por lo que mi caprichito de ir al teatro español no sólo se convirtió en la mejor actividad del viaje, también en la más cara, tomando en cuenta que mis papás no estában para salvarme y aún me quedaban varios días en tierras lejanas.
La verdad, no sé si todo fue mérito de la obra y de los personajes que actuaron o mi fanatismo por su acento me cegó, pero quedé encantada. La escenografía espectacular, la música irreal. Recuerdo el acto en el que se veía una luna que pendía del techo y "Dalí" sentado sobre el escenario, sinceramente, increíble.
Claro que durante mi estancia en la Madre Patria y después de ver la obra, usé varias veces la frase "Hoy no me puedo levantar". Todos los días tenía que levantarme a las 7 u 8, no recuerdo bien, para arreglarme, tomar el metro (sí, aunque no lo crean), subirme a un camión y caminar dos cuadras hasta las instalaciones de Radio y Televisión Española, lo cual representaba un verdadero martirio pues el sol brillaba a su máximo esplendor.
Los primeros días de clases, los catedráticos nos advirtieron que si queríamos obtener nuestro diploma debíamos cumplir con cierto porcentaje de asistencia, lo cual se traducía en 2 faltas en todo el mes.
Uno de esos días, mis ojitos no se podían abrir, el despertador sonó mil veces, mi amiga me jaló las cobijas, tocaron a la puerta las vecinas, las otras chicas que iban a la clase nos llamaron desde el lobby ... y nada funcionó.. "Maryfer, hoy no me puedo levantar; habla por favor con las chavas para que digan que me sentí mal", dije. "Ok, perfecto, NOS sentimos mal", expresó.
Y así aprovechamos nuestro día para dormir, ir a desayunar al súper Vips, que nada tiene que ver con el de aquí; caminamos por Serrano, visitamos el museo de cera, y me enamoré más de cada rincón de Madrid.
Después, durante la universidad, esa frase aplicaba muy seguido, sobre todo cuando se trataba de la clase del "cubano" a las 8 de la mañana, o de Zunzu a las 10. La cama era mejor alternativa que el salón. "Mafer, hoy no me pude levantar, ¿qué onda? ¿nos vemos en starbucks?", era la pregunta diaria.
Actualmente, todas las mañanas le digo a mi novio "Bebéeeeeeee, hoy no me puedo levantar", a lo que generalmente responde "¿y si no vamos a trabajar?"... y, una hora después, cada uno sentado en su respectivo escritorio.
martes, 29 de junio de 2010
Y no me levanté
lunes, 28 de junio de 2010
Cruda realidad
Les soy sincera, me dio tristeza, pero mi Chris está q no se la acaba.
Convivimos en casa de mi papá, muy a gusto, cervecita, vinito, paella y muy buena vibra...pero no fue suficiente.
Frases como estas las aluciné:
"El oso del oso"
"Ahora sí la selección paso a cuartos....pero de su hotel".
"Nos vamos como los grandes: Italia, Francia, Inglaterra".
"El bofo es muy flojo"
"Más si Osorio un extraño enemigo..."
"Osorio, Aguirre y Guille a los leones"
"En que se parece Maradona al Papa? En que el Papa es benedicto 16 y Maradona es bien adicto desde los 16"
"Mañana no podemos ir a trabajar x duelo nacional".
Y así podría seguir ...
Les confieso q entrevisté a todos los presentes y he aquí algunas carifrases de la tarde:
Liz: "Jugó bien, pero el arbitro fue injusto".
Pa: "Argentina hizo su juego pero el arbitro nos lastimó mucho".
Chris: " #$""!!&&/()((/&%$#""""##"######.....Para mí se acabó el Mundial, claro, lo seguiré viendo".
Nuevo cuñado: "Lo tuvimos, fue nuestro y lo dejamos ir".
Tania: "Sirvanme otra!!!!"
La verdad es que con este marcador mi interes x esta copa del mundo ya terminó, bueno casiiii, jeje.
Y ahora sí, en serio, con mucho cariño y respeto:
Fue un placer ser parte de este blog durante estos meses.
Ahora tengo la fortuna de verlos todos los días o por lo menos frecuentemente, así q podremos vernos y platicar frente a frente.
Los adoro, gracias x la invitación y sobre todo x su amistad!!!!!!!
Prometo estar al pendiente de los temas semanales.
Los adoro, soy su FAN número 1!!!
TACH
:0)
sábado, 26 de junio de 2010
Yo y mi bocota
viernes, 25 de junio de 2010
Una hoja en blanco
Por qué será que aunque nos guste escribir, cada ocasión se convierte en un reto. En una especie de silencio, no incómodo, pero sí complicado. Basta sólo iniciar para que lo que estás pensando se transforme –no sé de qué manera ni con qué proceso- en algo que no era la idea original y que se va tejiendo en otra cosa, nada similar, pero sí real.
Así sazonamos historias para aderezar experiencias o crearlas. Cuando la pluma corre y no deja un segundo ni para respirar es cuando estamos dolidos, sensibles y vulnerables, cuando el corazón y el estómago escriben sensaciones que forman un nuevo lenguaje.
He recibido noticias difíciles por correo, cuidados, pero siempre correos; he tenido riñas, de las más fuertes, por mail o, antes, por carta, al igual que la más pulida y soberbia despedida.
Frase tras frase he despellejado y desenmarañado mi cabeza y he logrado transmitir infinidad de sentimientos.
En ocasiones, cuando quieres decir tantas cosas, se seca la garganta y terminas por expresar algo sin trasfondo. Sin sentido.
Después de tantas palabras, de darte cuenta que la comunicación puede convertirse en un verdadero milagro, sólo queda la más íntima relación con una hoja en blanco, en la que se vale todo, se inventa, se transforma, se borra, se repite, se sueña y no se habla..., en el más locuaz de los silencios.
jueves, 24 de junio de 2010
Esther y Rocío
Mi madre, mi padre y yo llegamos al hospital con urgencia, aunque en el fondo, únicamente los hombres sabíamos que mi abuela materna ya había fallecido. La versión que tenía mi madre en este inolvidable domingo era simplemente que había empeorado. Así lo decidimos, no quisimos enterarla al momento de salir rumbo a la clínica.
El saludo hacia mis primos y tíos jamás apareció. Era entendible. La puerta estaba abierta y la luz apagada. El funeral había iniciado sin que el pizarrón negro de las letras blancas de una capilla lo oficializara. Nos colocamos a un lado de mi abue, con todo y su rostro cuya tranquilidad era cósmica, y dejamos que mi madre le llorara a su madre.
No hizo ruido. Fue un llanto silencioso, pulmonar, de ensanchamiento del pecho y regreso a la calma, con dificultades para respirar y tragar saliva. Sufrimiento de contenerse y no excederse. No rompió en cascada, fue un llanto de fuente de parque, de riachuelo que se alcanza a escuchar tras los arbustos, de tibio escurrimiento.
Incluso en el momento más triste de su vida, mi madre cuidó de mí. Su quebranto me habría roto en tres, pero aguantó. Me tomó de la mano y me dio un beso en la frente en el instante más sombrío. ¿No era acaso yo quien debía hacer eso?
Aquella noche de dolor expansivo, en el silencio más incómodo que puede existir, todos supimos que mi madre había dejado de ser parcialmente hija para ser totalmente madre.
El 21 de septiembre de 1997... Esther se robó el fuego por última vez.
Y al día siguiente, Rocío, su hija, ya tenía el desayuno de lunes listo para nosotros.
miércoles, 23 de junio de 2010
El tiempo pasa
Creo que es imposible recuperar el tiempo perdido, eso es lo que mi experiencia me ha demostrado.
Aún después de poco más de 15 años de vivir en México, mi padre y yo no hemos logrado recuperar ese tiempo y confianza que perdimos al estar alejados durante mi niñez, por ello, creo que los peores silencios que vivido han sido a su lado.
Hace como seis meses, se me ocurrió decirle que me invitara a comer a un restaurante que tenía poco de haberse inaugurado, pero nunca imaginé que fuera a cumplir mi caprichito, y menos pensé que la invitación fuera personal e intransferible, es decir, él y yo.
Ese día llegué temprano a casa de mi mamá. Estuvimos en comunicación por teléfono para acordar la hora en que nos veríamos, y finalmente llegó el momento, las 7 de la noche.
Me subí a su coche y el trayecto se me hizo más largo de lo que realmente fue. Silencio total, silencio incómodo.
Su profesión y el carácter de ambos no han sido favorables para entablar una buena relación y comunicación. Él sabe que ahí estaré cuando lo necesite, igual que sé que él está ahí para mí, y que, muy a nuestro modo, nos queremos sin decirlo, pero eso no elimina la incomodidad de los momentos que hemos vivido al viajar solos o sentarnos en una mesa a "convivir".
Llegamos al restaurante, y aprovechando que estábamos a punto de viajar a Japón, país que conoce a la perfección, me dediqué a hacerle preguntas sobre nuestro destino. ¿La comida será igual que ésta, papá? ¿hará mucho frío? ¿cómo decidiste irte a Japón a estudiar? y así transcurrió la noche, entre bocados y tragos semi amargos. Al momento del postre, estuve a punto de desertar, y miren que no los perdono, me sentía rara, no sabía qué más comentar, platicar...
Creo que siempre me dolerán esos años que pasamos distanciados, el no poder abrazar a mi papá como lo hace mi hermana menor o como lo hacen muchas amigas.
Sí, es mi héroe, pero por sus logros profesionales, su inteligencia y su gran capacidad para actuar fríamente ante cualquier situación; lo admiro como a nadie en el mundo, pero me encantaría admirarlo como el común de los hijos admira a su padre, no sólo por ser un gran profesionista, sino por ser un gran padre y amigo.
martes, 22 de junio de 2010
En el patio de la prepa
Sin embargo, aquí estoy con la misión de no dejarlos sin su post del martes.
Entrando en el tema de la semana no me queda más que recordar una ocasión que figura entre los momentos más ñoños en la historia de su servidor.
Estaba en quinto de prepa, ya no éramos la generación más pequeña en la escuela. Había sido un buen año, tranquilo y sin novedades, hasta que un buen día vi una señorita de cuarto año, muy guapa.
Siguiendo las reglas implícitas de la amistad entre hombres, inmediatamente señalé al ángel, no es metáfora, llevaba una de esas playeras que tenían pintadas las alitas de ángel, y uno de mis amigos decidió que buscaría la forma de presentarnos.
Los siguientes 10 días pasaron tranquilos, ella se había desvanecido en un montonal de gente, y yo no estaba muy preocupado.
Llegó la mañana fatídica, en uno de los descansos que teníamos entre clase y clase, llegó un cuate:
-Sígueme
-Ok, ¿a dónde vamos?
-Tú sigueme
-Órale cuánto misterio
-Es que me dijeron que te gustaba Mayra y te la voy a presentar
-¿Qué?¿Ahorita? No mames, aguanta
Recibí un jalón de brazo y nos encontrábamos frente a la damita, vino la anunciada presentación, que fue seguida del siguiente diálogo.
-Mucho gusto
-Igual
-...
-...
-...
-...
Mierda, ¿qué le digo?, ya sé... no eso no se lo puedo contar. Bueno podría decirle que... no mames Enano, me cae que estás bien guey. ¿Y si de plano me despido y huyo cual guerrero derrotado?
Así conocí que un silenció incómodo puede hacer que menos de 10 minutos parezcan una eternidad, que si tienes las miradas de toda la escuela encima agrega una presión especial al simpe hecho de hablar con una señorita y el significado literal de "salvado por la campana".
viernes, 18 de junio de 2010
'Gracias, Pepsi'
El sufijo ismo es, definitivamente, un tema escabroso que todos deberíamos aprender a sobrellevar desde niños. En épocas mundialistas estamos viviendo el patriotismo a flor de piel, sensación que encuentro muy parecida al fanatismo.
Con una personalidad adictiva como la mía, es fácil volverse fiel seguidor de diversas cosas, actividades, series, modas y tendencias, entre las que colaría algunos 'detalles' como esquites, pingüinos, bubu lubus, pizza, pay de piña y demás aficiones temporales.
Pero, la inconsistencia, que también me caracteriza, hace complicado el volverte un verdadero fan de algo en particular. Así, de las pocas coincidencias que encuentro a lo largo de la última década es mi eterno gusto por Shakira.
Inició en mi etapa preparatoriana, me acompañó de intercambio, época en la que alternaba con el cassette -delato mi ochenterismo- de Selena, la cual sí desapareció relativamente pronto.
Se volvió más fuerte en la Universidad, tiempo en el que conocí a una de mis grandes amigas, quien se unió facilmente a corear tantas y tantas canciones.
Así, llegó el primer concierto y la cuenta regresiva, como quien espera el gran momento.
Armamos un pequeño grupo, y, con coreografías ensayadas (SESE), llegamos temprano al Foro Sol. Ya ambientadas y con un poco de nerviosismo, se le ocurre a mi amiga 'X' -ella revelará su identidad en los comentarios- gritar lo más fan y espontáneo que he escuchado: 'Graciaaaaaasss, Pepsiiiiii', en pleno puente peatonal. He de admitir que llamó la atención de más de uno.
La emoción ahí dentro, de cada nota, de cada 'plática'... la conocen todos.
Mi comparación con el futbol no es por el también acierto de 'Waka waka', jajaja, sino porque después de este triunfo histórico de la H. Selección, estoy convencida de que esa sensación de un nudo en la garganta, de la piel chinita y de un bombardeo de alegría, mezclada con adrenalina, no es nada de sensiblería, sí se siente, sí se contagia, sí se vibra algo distinto cuando cosas así suceden. ¿Qué no?
jueves, 17 de junio de 2010
La Rosa
Si no hubiera Mundial, seguro escribiría algo relativo a la música, pero como es el caso… démosle al rollo futbolero.
Simple: soy fan de Inglaterra y desde 1996 colecciono las camisas de la Selección inglesa, las cuales, por lo general, tienen un diseño elegantísimo. Entre la blanca y la roja debo tener un polvorín de ropa diseñada para tan entrañable equipo. Al respecto, más especiales aún fueron las entrevistas que pude hacerle a Michael Owen y a David Beckham hace algunos años, durante una cobertura en Chicago y en Los Angeles. Vaya vivencias.
Justo anoche fuimos a casa de mi madre a darle la bienvenida (enésima en el año) a mi hermano Alex, quien anduvo vagando en las últimas semanas por Londres y tuvo a bien traerme la nueva camisa roja de La Rosa, con el ‘10’ de Wayne Rooney en el dorsal. Una clásica inmediata, una belleza.
Fue el motivo perfecto para protagonizar una sesión de fotos futboleras con Princess Janne, quien al padecer ayer el fracasototototote de la dizque favorita España ante la “poderosísima” Suiza y la muy probable eliminación de México (ojalá me trague mis palabras en un rato), decidió pasarse del lado de los buenos.
Así como hoy a las 13:30 horas todo Tenochtitlán quedará paralizado viendo el choque del Tri ante los franceses, mañana yo haré lo propio en el juego de Inglaterra, y espero no menos que una reverendísima madriza sobre Argelia. Ni me digan malinchista, que ahorita bien que todos (especialmente los villamelones) andan vociferando en su Facebook y Twitter la supuesta y repentina “devoción” que profesan hacia España, Brasil, Argentina, Holanda y Alemania. De pronto todos somos futboleros... y con cuadro preferido.
Pues bien, yo hincho por La Rosa y espero, al menos, Semifinales.
miércoles, 16 de junio de 2010
Lo amo
Definitivamente, como bien lo dijo ayer una lectora, hay muchas cosas a las que una persona puede ser fan, y yo no soy la excepción.
Miguel Bosé, La Quinta Estación, Ricardo Montaner, mi mini me, comer chocolates, compar artículos rosas, escuchar canciones melosas, empezar a leer un libro y no terminarlo, y mil etcéteras más forman parte de la lista de las cosas a las que me considero fanática, pero no, este post no lo dedicaré a ello, sino a mi novio, quien realmente me ha sorprendido con su pasión por la música (claro, además de su fanatismo a la tecnología y redes sociales).
El día que lo conocí hablamos de gustos musicales, obviamente, más de la mitad de los grupos que mencionó eran completamente desconocidos para mí, y digo eran porque el vivir con él me ha ayudado a expandir mis horizontes en el ámbito de la música. Ok, sí, no mucho, pero algo es algo ¿no?
Todas las mañanas me despierto con una canción diferente. Lo primero que hace al levantarse, después de darme el respectivo beso de "los buenos días", es dirigirse al baño de visitas (que se ha convertido en su segunda recámara), enciende su lap y elige alguna canción mientras checa su facebook, lee el blog de los callalités, actualiza el suyo, checa cuántas banderitas más han aparecido en el listado, pajarea, mira por la ventana, come algo a escondidas, va y viene a su tercera recámara (el cuarto de visitas), y se vuelve a acostar a mi lado para esperar a que su princesa abra los ojos y haga su primer berrinche.
En ocasiones despierto de buenas al escuchar alguna rola, en otras no tanto, pues aún cuando intenta "educarme", como él dice, hay ciertos ritmos, piezas y grupos que aún no terminan de encantarme. Otras veces, es hasta que me meto a bañar cuando escucho de fondo alguna canción que pone especialmente para mí, como "Lucky", a la cual me volví adicta.
Es increíble la forma en que se emociona cuando va a entrevistar a uno de sus grupos favoritos. Realmente parece niño chiquito, pero es simplemente una muestra más de su fanatismo, pasión y entrega a la música y a lo que hace.
Me encanta escucharlo hablar de las historias detrás de las canciones y los grupos, de los nuevos talentos que descubrió, del próximo disco que saldrá a la venta o de la edición especial que sólo encuentra en Amazon.
Me fascina ver su carita al llegar a una tienda de discos, recorrer los estantes y salir con uno o dos compactos; subirme a su coche y casi no poder sentarme por el número de cajitas que tiene regadas por todo el auto... sencillamente, creo que soy su fan.. no sólo por el toque que le imprime a cada cosa que hace, a cada entrevista que redacta, a cada nota que publica, sino por el maravilloso novio y hombre que es.
martes, 15 de junio de 2010
Con "s"
lunes, 14 de junio de 2010
Hipnotizante y contagioso
Estaba decidida a hablar sobre algunas de mis “dulces” pasiones, sin embargo, era inevitable dedicar este blog a los amantes del futbol y la fiebre mundialista.
El casarme con un fanático de este deporte me ha hecho valorar y analizar nuestros ratos libres.
Parte de mi sentir lo resume un comercial en el que los novios le piden a sus parejas un tiempo, un break por un mesecito, "así como del 11 de junio al 11 de julio”, jajajaja!
Al principio me sentí rechazada, pero NO amigas, chicas, jóvenes…hay que ver el lado positivo de las cosas. De hecho, me he estado preguntando por qué no sacan un comercial con el punto de vista de las mujeres. Sería un exitazo!!
Es momento de consentir a sus parejas cuando están en casa, sí, sí, pero siendo sinceras y si son antifutboleras, es tiempo de irse de Shopping, váyanse a un cafecito con las amigas, planeen un fin en Valle o Cuerna, visiten un spa, vean una serie y películas chick flick, en fin….hagan LO QUE QUIERAN, al fin que los hombres están hipnotizados con los partidos y lo más importante para ellos en estos momentos es el dominio del control remoto!!!
Así que no se sientan, no es personal, simplemente se trata de un virus mundialista que les afecta cada 4 años y pasa en un abrir y cerrar de ojos, ya verán.
Siendo sincera, varios de los partidos los disfrutó mucho, sobre todo cuando estoy en compañía de la gente que quiero…..pero si tengo una lanita o la tarjeta de crédito o débito (de preferencia no la mía, jejeje) y me dan a escoger entre ver el partido (aclaro, excepto los de México) e ir de Shopping….mmmm….supongo que adivinarán mi respuesta.
Consejo: disfruten estos 30 días porque se pasan volando….
Y, obvio, no podía despedirme sin decir: VAMOS MÉXICO!!!
Waka, waka!!!!
:0)
P.D. Les copio un chistorete que anda merodeando por Internet y que me causó mucha risa, jajajaj….ahí les va:
Decálogo para ver el Mundial de Futbol con tu pareja
Atención Mujeres de todas las especies: solteras, casadas, amantes, amigas, madres, etc.
Se comunica que a partir del 11 de Junio al 11 de Julio de 2010 (Tiempo de duración del Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010), deberéis tener en cuenta lo siguiente:
1. Durante el mes entero la tele es mía, a todas horas, sin excepción. El mando, ni lo mires.
2. Durante los partidos soy sordo y ciego. No esperes que te atienda, escuche, mire, abra la puerta, conteste el teléfono, vea al niño que se cayó del segundo piso, salude a tu madre, haga las compras, apague el incendio de la cocina, etc. Nada, pero NADA!!!
3. Deberás sonreír si viene un amigo a compartir unas horitas de fútbol.
4. Harás (mos) las compras del mercado y el súper FUERA de los horarios de partidos y/o repeticiones de los mismos (sin excepción).
5. Lee la sección deportiva para que tengamos tema de conversación; si no lo haces, no te extrañes de que no te hable durante ese mes.
6. Puedes sentarte a ver un partido conmigo y podrás hablarme, pero sólo durante los anuncios del descanso (eso es cuando en la tele no se ve a los jugadores). No se te ocurra hacer cualquier comentario técnico, tampoco abuses.
7. Si me ves molesto porque ESPAÑA va perdiendo, no digas "no es para tanto" ni tampoco "seguro que ganan." Sólo harás que me enfade más.
8. Las repeticiones de los goles son muy, muy importantes. No importa si ya los hemos visto antes o si nos los sabemos de memoria. Los quiero ver de nuevo, muchas, muchas, muchas veces (se entiende?)
9. Que no se le ocurra a ninguna de tus amiguitas casarse, bautizar, enfermar, organizar reuniones o cenas y menos visitarnos; menos aún los días de semifinales y JAMÁS el día de la final porque sólo hay tres opciones, a saber:
a ) no iré,
b ) no iré, y
c ) no iré.
10. Sin embargo, si un amigo nos invita a ver el fútbol en el Bar o su casa (¡¡¡Qué maravillosa invitación!!!!), iremos sin dudarlo. No importa si nos llama en el último minuto. Ah! Y si no estás lista a tiempo, ¡¡¡¡te quedas...y punto!!!!
11. Los resúmenes de los partidos durante la noche son tan importantes como los partidos mismos; que no se te ocurra decir: "pero si eso ya lo viste, ¿por qué no cambias?" ni "¿No te aburre ver todo el rato lo mismo?".
¡¡¡No, no, no,. NOOOOOOOOOOO!!!
12. Para el día de la inauguración y el de la final; deberás (mos) preparar un aperitivo súper especial, comprar cerveza y mandar a los niños, si los hubiese, a casa de tu madre.
13. Finalmente, ahórrate expresiones como:
“¡Menos mal que el Mundial es sólo cada 4 años!"
"¡Gracias a Dios que sólo dura un mes!"
Estoy inmunizado a esas expresiones de mal gusto.
Y por si no lo sabes, entérate de que también hay: Champions League, Liga Española, Liga Italiana, Liga Inglesa, Copa Libertadores, Copa Sudamericana…., NBA y luego eliminatorias para el próximo Mundial.
sábado, 12 de junio de 2010
.44
Cuanto me quejaba de que no tenía que escribir con los temas tan "divertidos" e "inspiradores" que escogen (con o sin mi autorización) los afamados callalités. La justicia divina, no sé si hacia ellos, a los lectores o a mi llegó y con ella... ¡El alcoholímetro!
Por la tarde me fui a un rancho en el Ajusco a festejar el cumpleaños de un amigo y después de, literal, 4 copas, porque en verdad, no me entraban, nos quisimos regresar.
Mi mejor amigo venía ahogado y me pidió de favor que lo dejara en su casa para que nos fuéramos a descansar, pasamos a cenar algo y de ahí a su casa.
De camino por Florencia veíamos mucho tráfico, pero no le dimos importancia, cuando de repente ya tenía un policía encima que me estaba preguntando su había tomado algo.
Grave error el haber asentido, me pidieron que estacionara mi coche y que bajara para soplarle al dichoso aparato.
Mi grado de alcohol era de .44, cuando el permitido era .40, acto seguido estaba trepado en una patrulla, sin poder hacer nada.
Me llevaron a la Delegación y ahí el médico dictaminó que tenía que pasar 20 horas encerrado en El Torito.
Éramos tres los compañeros de aventura que llegamos a ese lugar, el cual me imaginaba más aterrador, después de varias preguntas y despojarnos de todas nuestras pertenencias entramos a las celdas.
Era más o menos la 1 de la mañana cuando me desconecté del mundo y al pasar del tiempo, los olores extraños ya no eran percibidos por nariz.
Con un coraje tremendo y yo sin ganas de hablar con nadie mientras todo mundo te preguntaba que había pasado (con ganas de que tuvieran un formato con tu información el cual te pudieras pegar en el pecho y que ya nadie te cuestionara).
Gracias a que llegué "temprano" me tocó un lugar donde dormir: una cama de piedra, que encima tenía un colchón de hule espuma forrado con plástico.
Entre los ronquidos, el sudor por el mentado colchón y la comezón de chinches o no se que animal, no pude dormir muy bien.
A las seis de la mañana, nos llamaron al patio, en ese momento ya éramos más de 120, alrededor de 10 se veían que traían un pedo tremendo.
De ahí al comedor, donde sirvieron ¡verdolagas con puerco! a esa hora??... Asco, obvio no probé bocado, sólo tome algo.
Después nos pasaron lista, no entiendo para que, no creo que alguien se vaya a escapar, entramos de nuevo a nuestros lugares y las pláticas fueron inevitables.
Había un wey que hablaba como mongol, ya después me enteré que era inglés, quien se quedó en el pasillo con la gente que no alcanzó lugar en las camas, el cual contaba como lo agarraron. Ya medio dormido se aventó la puntada de decir: "Porque no nos escapamos como en Piratas del Caribe", después de sacar una risa forzada pensé: pos ya ni pedo, voy a tener que hacer que el tiempo se haga menos pesado y tomarlo con filosofía.
Justo cuando me estaba echando una pestañita, nos volvieron a llamar para una plática de AA, que nadie peló, y otra sobre como funciona el alcoholímetro. Después nos mandaron a trabajo social y los que quisieran podían leer en la biblioteca o jugar domino y cartas.
De 3 a 5 fue la hora de las visitas, donde tus familiares te llevan un poco de comida, y vaya que fue la comida familiar más extraña que he vivido, jaja. No quise probar nada hasta que fuera mi hora de salida, programada a las 21:30 horas, por no querer utilizar los baños al aire libre que estaban hasta el full de ballenas.
Nuevos amigos, "triunfos" (algunos saben a lo que me refiero y los que no, se ch...), risas, cigarros y personajes tan distintos compartimos esta experiencia, que la verdad creo que me sirvió para replantearme qué es lo que estoy haciendo mal, tema que podría abarcar este post.
viernes, 11 de junio de 2010
Mañas, vicios, modas y manías
Lo que no te deja ser libre, te tiene agarrado… Después de tanto pensarle, creo que lo que más nos amarra son nuestras mañas, vicios, modas y manías.
Ponerte los zapatos que te gustan, y reventarte lo pies al grado de no poder dar un paso más es característico de las mujeres. Yo he aprendido a convertirlos en una decoración más de mi clóset, ya que tengo muchos más de los cuatro que siempre uso.
Oler mi almohada desde pequeña es, sin duda, una de mis grandes manías, la cual nació, como en muchos niños, cargando tu cobijita, bautizada como “Totó” , a todas partes. Así, le heredé la costumbre a mi hermano pequeño, hasta que mi madre, a mis 12 años, calculo, decidió que era suficiente y ambas desaparecieron por arte de magia. Así, adoptamos la adicción por la almohada, que hasta la fecha nos acompaña y que se ha convertido en tema de varias bromas en nuestro grupo de amigos. Yo, no duermo igual sin ella, y me hace falta cuando no la tengo.
Condicionar un lugar para comer, tomar un café o una chela, a sitios donde se puede
fumar, se convirtió en el día a día de los fumadores.
Los compromisos que haces y que te cuestan una vida realizarlos, son, definitivamente, mi peor pesadilla.
Dormir con la tele prendida, no poder hacerlo sin taparme al menos con una sábana, enfermarme si lo hago, hablar y reír dormida, morderme las uñas. No salir sin desayunar, tomar un vaso de leche todas las noches; después de una siesta necesitar algo dulce, odiar el calor. Acostarme sin desmaquillar, maquillarme en el coche; no bañarme un día de flojera, verme en cada reflejo, robarme todos los encendedores; obsesionarme con las cosas nuevas y desecharlas pronto; luchar contra las injusticias; buscar, exigir y procurar el perfeccionismo. El sabor a perfume en la fruta picada que preparaba mi abuelo; no perdonar la falta de lealtad; leer 47 veces el post antes de publicarlo, o no, son parte de una rutina que hace que mis días transcurran con la cotidianidad y esa "libertad" que disfrazamos de personalidad.
jueves, 10 de junio de 2010
Tormento testicular
El punto es que, ya cuando está toda la familia política reunida, ingreso al baño con la finalidad de desaguar apacible y tranquilamente un poco de aminoácidos a través del chorrito vivaracho y constante. Todo sale bien y con la gracia propia de un chaval que, al ser hombre, aprovecha dicho desagüe para mirar la pared e internarse en sus más profundos pensamientos. Esa forma de filosofar mientras uno hace del baño no la tienen las mujeres, no así, no con tal armonía y con el sonido de fondo del "agua" cayendo. Fuente de ideas.
Pero la desgracia llega al momento de subir el cierre de los jeans. Hay dos dolores en la vida de un hombre que superan, por mucho, al resto de los pesares: un balonazo en los gemelos cuando uno anda pajareando, y la subida abrupta del cierre del pantalón sin tener el mínimo cuidado y, llevándose por ende, a los huevos de corbata. Sí, a las cosas por su nombre. Me acabo de prensar este par, casi degollando con el zipper lo que en mi clase de Anatomía se define como escroto.
Bajo de nuevo el cierre y esta suave bolsita con la que mantenemos en órbita y balance los huevitos.... me sangra. No, no puedo explicar el repipinchísimo dolor en mis entrañas. Así, de huevos y por mis huevos, me he convertido en un agonizante ser humano que, pa' colmo de males, tiene que convertir en unos minutos la mueca de sufrimiento extremo en sonrisa hipócrita frente a la abuela y dueña de la casa. Que me crea el amable lector: la aflicción testicular es mayor que cualquier tormento amoroso, porque si para amar se necesitan huevos, aquí uno ya ni siquiera los tiene.
Sobra decir que pasaré la comida con gesto de cereal inflado (como decía Paco Stanley) y sin mover demasiado mis extremidades inferiores porque el altoreflejo de mi desgracia se siente hasta los tobillos.
Maestros, novias, padre, madre, amigos... muchos han podido agarrarme de los huevos en algún momento, pero nadie me los ha prensado como aquel zipper que en mi escroto encontró lo que la guillotina en el pescuezo de Luis XVI.
miércoles, 9 de junio de 2010
Lo volvimos anoréxico
Antes que cualquier cosa, una disculpa por la hora jajaj, pero literal, el tema me tenía agarrada de los... y fue hasta la hora de la comida cuando gracias a las platicas con los callalités surgió una idea.
Hace cerca de un año, Ojo Espía, La Thi y yo decidimos ponernos adieta, y sin quererlo, Nano tuvo que incluirse al plan. Comidas light, ensaladas, filetes de pescado, tortillas de nopal, queso panela, agua endulzada con splenda, barritas de cereal como postre y uno que otra que otra variante como platillo principal fueron parte de nuestro menú diario.
Poco a poco fuimos perdiendo kilos, las mujeres felices, él no tanto. Sin embargo, como nos veíamos diario, nunca percibimos los cambios reales en nuestros respectivos cuerpecillos, sino hasta que Nano nos mostró su cinturón.
No sé cómo describir ese momento, casi explotamos en llanto al ver que la circunferencia de su diminuta cintura, hasta la mismísima Thalía la hubiera envidiado. Nunca nos percatamos que lo teníamos agarrado de los... más bien, el pobre no podía ni agarrárselos.
Tardó en recuperar un poco de peso, su madre y la mía intentaron hacer comida especial para él, pero creo que, a la fecha, no ha llegado al ideal; por eso, desde hace como 6 meses, Ojo espía y yo decidimos invertir papeles, y ahora, sólo por apoyar a los respectivos galanes y evitarles una descompensación nutricional, incluimos pay de queso, piña, cafés de starbucks, chocolates, donas, tacos, tacos, más tacos, pizzas y un sinfín de antojitos a nuestra alimentación balanceada.
martes, 8 de junio de 2010
El agarre doble
En fin, el agarre doble consiste en aquello que logran dos personas buscando intereses opuestos y cada una de ellas jala por su lado con tal de obtener lo que desea.
Por ejemplo, tus amigos te invitan a una fiesta, pero tu novia quiere ir al cine (aclaro que en los últimos años no me he visto en esa posición), y entonces tus cuates aplican la famosísima, wy desde que tienes novia ya ni nos pelas, y por su parte tu novia te aplica la de has cambiado, al principio me tratabas distinto, ahora lo único que quieres es irte con tus amigotes.
O bien, la que no puede faltar, cuando tienes una comida familiar y una peda con tus cuates, seguramente ellos te apretarán los webbers diciendo que eres un ñoño, que ni te puedes safar de una comida familiar, mientras que tías, primos, hermanos y padres afirmarán que no valoras el apoyo que has recibido de ellos.
De cualquier forma, con un agarre sencillo o un agarre doble, estás sujeto… a los caprichos de quienes agarran en base a manipulaciones arteras, dignas de ser tipificadas como delito con agravantes.
Por qué ingaos alguien puede tener el poder de intentar sujetarte y hacerte presión sobre uno de los más grandes valuartes en un humano, los webs. Por qué vivir bajo la manipulación.
Así, cualquiera que haya sufrido un apretón de… muelas para ser intencionalmente obligado a hacer algo que no planeaba, podría demandar y entambar al sujetador.
Ahora que también hay que analizar el caso en el que al individuo le plazca vivir agarrado de los gumaros, sí, en serio, también hay a quienes les gusta pasar la vida manipulados por terceros.
Para ponerle un alto a este post reflexivo, permítanme expresar mi más amable sugerencia. El secreto es no dejar que te pesquen, porque una vez agarrado, hasta el movimiento más sutil hará que quién te sostiene firmemente de los… dientes, haga presión hasta que te dobles del dolor.
Por ejemplo, yo fui agarrado al nacer y después de 26 años de una muy sutil lucha, logré soltarme, ¡qué alivio!, ahora no me dejaré agarrar por nadie, de lo contrario sufro el severo riesgo de convertirme en un monoweb, si es que existe.
domingo, 6 de junio de 2010
Agarrado de los...cuates!
Cada vez es más común que en nuestros viajes el 80% de los que vamos estamos casados y el otro 20, son solteros/as.
Justo eso nos pasó este fin de semana en Valle de Bravo. Nos reunimos allá para ir a la boda de un amigo.
Los tres matrimonios estuvimos acompañados de dos amigos, uno de ellos con novia (pero estaba de viaje), y el otro, iba solterito y sin compromisos. Su nombre es Quique.
En la mesa cupimos perfectos, digamos que éramos el número exacto de personas, pero estábamos concientes de que faltaban dos lugares por ocuparse.
Baile por aquí, baile por allá. Nos la pasamos muy divertido y, además, los novios se veían muy contentos.
Antes de irnos, por cierto, a una hora bastante decente, Quique estuvo platicando con una chava. Fue un intento fallido de ligue, ya que regresó después de un rato para decir que no le había latido nada. De pronto se acercó una amiga o conocida de él, quien resultó ser la novia de un cuate con el que estudié en la primaria, y le dijo que fuéramos todos a la Pila Seca porque ahí le presentaría a una amiga. No sonaba mal el plan. Claro que me apunté, pero había un pequeño detalle: todos en la mesa ya no estaban. Chris se dio cuenta, me apuró para alcanzarlos, nos despedimos de los novios y corrimos para alcanzar a nuestros amigos.
Quique traía la mejor actitud y una sonrisota porque sabía que la fiesta aún no terminaba. Pero oh sorpresa, todos los que iban ya no quisieron ir. Él insistió de varias formas. Se desvió del camino y nos llevó al bar para que nos animáramos, traté de apoyarlo pero no logramos cumplir con el objetivo.
No traía coche y no quería ir sólo. Me dijo (en otras palabras) que se sintió “amarrado de los…” Digo, pobre, lo comprendo, él quería conocer a la futura dueña de sus quincenas y pensó que ahí la encontraría.
Al llegar a la casa, otro de los que iban en los coches confesó que tenía mil ganas de ir a la Pila Seca!!!!!!!!
Casi le da un ataque al pobre de Quique, jejeje.
Y eso no fue todo, poco a poco casi TODOS dijeron que también querían ir, que cómo era posible que no habíamos ido, que todavía era temprano y bla, bla, bla; digo, al final sólo se trató de una pequeña broma para el cuate más intenso de la noche.