Al puritito estilo de Home Alone Parte 2, osea en Nueva York y en pleno Invierno, Muñoncita se encontraba, muy inérrima, de shopping en una de sus tiendas consentidas en Rockefeller Center.
Era el último día de nuestra pre-luna de miel, estábamos en plena compra de último minuto, actividad emocionante que suele pegarle de lleno al bolsillo.
Sin embargo, esta vez, el Chómpiras que llevo dentro se apoderó de mí y no fue así.
Buscaba algo que adulara mis sentidos, pero esa vez, raro en mí, sólo me hicieron ojitos unos pasadores "muy nice". Aclaro que los vi justo al entrar a la tienda. Observé el precio: 10 dólares; muy decente.
"Pequeño" detalle: el clima era extremadamente frío, por lo que cargaba con un mega abrigo, suéter, guantes, bufanda, bolsas de compras, mi bolsa, cámara, etc.
Cual perchero humano sostuve los mentados pasadores mientras continuaba con mi búsqueda, muy a la Sex and the City.
Salí de ahí, pasé por Chris, entramos al metro y antes de salir al mundo exterior, me acomodé el abrigo y....
¡F R I X I me quedé!
En mi mano derecha tenía una bolsa con pasadores, evidencia del delito.
Era OFICIAL, me había convertido en una verdadera delincuente.
De pronto me sentí en pleno juego de Escrúpulos: ¿debía regresar a la tienda y decirles la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? o ..... ¿debía ignorar lo sucedido y disfrutar el momento, muy al estilo de Bonnie and Clyde?
Opté por la segunda opción.
Pero eso sí, tuve algunas pesadillas, como cuando estaba entre rejas, cuando me condenaban a cadena perpetua, o cuando estaban a punto de aplicarme la pena de muerte, y cositas así, leves, y poco a poco aprendí a vivir como Muñoncita, alias "Roberta".
Eso sí, cuando llegué a México los famosos pasadores causaron sensación, y a la típica pregunta de:
- "¿Dónde los compraste?, están padrísimos".
Yo actuaba muy casual, tragaba un poco de saliva y les decía:
- "En una tienda carixima, de la cual no recuerdo el nombre".
CUASI ROBO
Lo juro, no soy amante de lo ajeno, ni cleptómana, ni rata, pero según mi ahora esposo (quién insistió que escribiera esto), en una ocasión quise serlo. Mi reacción estuvo a punto de delatarme, lo admito.
Fuimos al cine en Perisur y salimos bastante tarde. La salida era por Palacio de Hierro, pero para llegar teníamos que pasar por el área de dulces.
Error.
Y no sólo por la tentación sino porque ya estaba cerrada la tienda.
Sólo estábamos Chris, un poli, muy al pendiente de las uñas largas, y yo.
Como buen dulcero, Chris no soportaba el antojo, y quienes lo conocen saben que no se va hasta que no consigue lo que quiere.
Total, Chris le preguntó al poli que si era posible tomar un dulce, así como "muy entre nos" (no había moros en la costa).
Aunque no lo crean el poli dijo "SÍ".
Ahora, si tienes luz verde, pues tomas uno, ¿no? ¡¡¡el que sea!!!
Pero la inteligente de mí, inocente palomita, se fue por uno de esos bombones con chocolate, bastante grandesitos.
Y en eso escuché un:
- "¡¡¡¡Nooooooooooo, esos no, ¿qué pasó señorita??!!!!"
Chris se atacó de la risa, me moría del susto y de la pena y cual niña regañada hui rápidamente.
Resulta que podía tomar uno de los dulces que estaban en las canastas, peroooooo de los chiquitos, los que están en las canastas (obvio no escuché ese pequeño detalle) y yo, muy hábil, me fui por los dulces grandes.
Qué, ¿a poco ustedes no harían lo mismo?
Era el último día de nuestra pre-luna de miel, estábamos en plena compra de último minuto, actividad emocionante que suele pegarle de lleno al bolsillo.
Sin embargo, esta vez, el Chómpiras que llevo dentro se apoderó de mí y no fue así.
Buscaba algo que adulara mis sentidos, pero esa vez, raro en mí, sólo me hicieron ojitos unos pasadores "muy nice". Aclaro que los vi justo al entrar a la tienda. Observé el precio: 10 dólares; muy decente.
"Pequeño" detalle: el clima era extremadamente frío, por lo que cargaba con un mega abrigo, suéter, guantes, bufanda, bolsas de compras, mi bolsa, cámara, etc.
Cual perchero humano sostuve los mentados pasadores mientras continuaba con mi búsqueda, muy a la Sex and the City.
Salí de ahí, pasé por Chris, entramos al metro y antes de salir al mundo exterior, me acomodé el abrigo y....
¡F R I X I me quedé!
En mi mano derecha tenía una bolsa con pasadores, evidencia del delito.
Era OFICIAL, me había convertido en una verdadera delincuente.
De pronto me sentí en pleno juego de Escrúpulos: ¿debía regresar a la tienda y decirles la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? o ..... ¿debía ignorar lo sucedido y disfrutar el momento, muy al estilo de Bonnie and Clyde?
Opté por la segunda opción.
Pero eso sí, tuve algunas pesadillas, como cuando estaba entre rejas, cuando me condenaban a cadena perpetua, o cuando estaban a punto de aplicarme la pena de muerte, y cositas así, leves, y poco a poco aprendí a vivir como Muñoncita, alias "Roberta".
Eso sí, cuando llegué a México los famosos pasadores causaron sensación, y a la típica pregunta de:
- "¿Dónde los compraste?, están padrísimos".
Yo actuaba muy casual, tragaba un poco de saliva y les decía:
- "En una tienda carixima, de la cual no recuerdo el nombre".
CUASI ROBO
Lo juro, no soy amante de lo ajeno, ni cleptómana, ni rata, pero según mi ahora esposo (quién insistió que escribiera esto), en una ocasión quise serlo. Mi reacción estuvo a punto de delatarme, lo admito.
Fuimos al cine en Perisur y salimos bastante tarde. La salida era por Palacio de Hierro, pero para llegar teníamos que pasar por el área de dulces.
Error.
Y no sólo por la tentación sino porque ya estaba cerrada la tienda.
Sólo estábamos Chris, un poli, muy al pendiente de las uñas largas, y yo.
Como buen dulcero, Chris no soportaba el antojo, y quienes lo conocen saben que no se va hasta que no consigue lo que quiere.
Total, Chris le preguntó al poli que si era posible tomar un dulce, así como "muy entre nos" (no había moros en la costa).
Aunque no lo crean el poli dijo "SÍ".
Ahora, si tienes luz verde, pues tomas uno, ¿no? ¡¡¡el que sea!!!
Pero la inteligente de mí, inocente palomita, se fue por uno de esos bombones con chocolate, bastante grandesitos.
Y en eso escuché un:
- "¡¡¡¡Nooooooooooo, esos no, ¿qué pasó señorita??!!!!"
Chris se atacó de la risa, me moría del susto y de la pena y cual niña regañada hui rápidamente.
Resulta que podía tomar uno de los dulces que estaban en las canastas, peroooooo de los chiquitos, los que están en las canastas (obvio no escuché ese pequeño detalle) y yo, muy hábil, me fui por los dulces grandes.
Qué, ¿a poco ustedes no harían lo mismo?
Ah no, bueno, de un robo a otro en menos de 5 párrafos. Ser de uña larga es lo de hoy.
ResponderEliminarAhora bien, en tu descargo, no es lo mismo ser ladrón en NY que en Pedregal, y además con la "ayuda" del poli desgraciado ese.
GREAT
ResponderEliminarMARK
Yo sí, jaja
ResponderEliminarTe amo Muñoncita, em hiciste reir muchísimo.
ResponderEliminarMe imagino perfecto a Crix en la dulcería.
jajajajajaj que risa, ya me sabia la historia, por lo cual no paro de reir!!! muñoncita muy en su papel de tener una vida de primer mundo a como de lugar !!!
ResponderEliminarAhhh... ya entendí... por eso querías implementar, además de lo prestado, lo viejo, etc., lo robado para la boda, jajaja. Se te veían bien los pasadores =)
ResponderEliminarTienes que aprender a negociar como tu marido para conseguir de los dulces grandes
ResponderEliminarjjajajaja....mujer de mundo, sese...Dan, verdad que se me veían bien? jajajaj
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