viernes, 2 de abril de 2010

Rumbo: místico


Las carreteras son buen pretexto para pensar, recordar, anhelar y vivir…
La adrenalina de la velocidad hace que los minutos pasen de manera distinta, como cuadro por cuadro, y que los paisajes acompañen historias… como ésta.

Con uno de mis roomies argentinos decidí emprender un viaje a Marruecos; ambos vivíamos en España, en donde nos volvimos grandes amigos. En uno de esos arranques que me caracterizan, ingeniamos el plan, el cual se modificó y terminó en Túnez, close enough.

Desde el avión buscamos algunos cómplices viajeros; de habla hispana encontramos a dos mochileras, quienes, casualmente, se hospedaron en el mismo sitio. Al día siguiente, rentamos un coche. No contentos con tener la semana completa pagada en dicho hotel, nuestro espíritu aventurero nos llevó a conocer el desierto del Sahara.

Entre miles de complicaciones en árabe, estaba en chino, o en árabe, saber hacia dónde demonios manejar. Un poco collones, ambos, decidimos presentarnos con las dos españolas e invitarlas a nuestro recorrido sin rumbo final.

En un país donde poca gente habla inglés, el siguiente paso para poder llegar más allá de dos cuadras a la redonda era conseguir un conductor. Y así fue, en nuestra primera salida a un bar, conocimos al buen Alí, un chico de nuestra edad que aceptó viajar un par de días con nosotros y convertirse en nuestro guía.

Nos turnamos el volante en aquellos caminos impactantes, donde el brillo del sol perdía el horizonte; donde la fauna cambiaba cada pocos kilómetros; donde una especie de sal en el asfalto daba la sensación de andar sobre hielo; donde paramos tantas veces a tomar un respiro y comprobar que era verdad lo que veíamos a través de la ventanilla.

En cada retén militar, le dabamos la palabra a nuestro nuevo amigo. Nadie sabía lo que hablaba, si nos estaba entregando, vendiendo o simplemente exhibiendo nuestra absoluta y absurda confianza, pero salíamos airosos de cada uno de ellos, hasta que el miedo fue desapareciendo. Con una mirada al retrovisor comprobaba que esa sensación era sólo mía, ya que mi compañero de viaje estaba a punto de un infarto nervioso.

A lo largo del trayecto, probamos en los lugares más recónditos, en aquellos pueblitos a los que como turistas no hubiéramos accedido nunca, los platillos más extraños, picantes y deliciosos.

Nuestro destino final, el Sahara, sin un plan de acción claro, se complicaba; no era un lugar al que simplemente llegabas como a cualquier puerto, con todo y su letrero de “Bienvenidos”. Alí, en su idioma, logró averiguar qué debíamos hacer. Acabamos tomando un té dentro de la sala de un personaje que se dedicaba a guiar turistas, o al menos eso nos transmitió nuestro traductor. Le explicamos que no queríamos el típico paseo en camello, tres fotos de recuerdo en turbante y volver. Así que, como buen hospitalario, negoció el precio, tomó cinco sleeping bags para los visitantes, cobijas, cuchillos, los demás aditamentos necesarios, y se subió al coche.

Tras una advertencia de probables nativos reclamando nuestra presencia en aquellos lares, manejamos hasta donde nos fue posible por las dunas, y a caminar… Llegamos a un sitio impresionante, donde acampamos y tuvimos nuestra primera cena, la cual no fue como ninguna otra. Sentados en círculo, comenzó el ritual.

Una masa de harina enterrada bajo la arena, cocinada con trozos de carbón en la superficie, se convirtió en un manjar de la Tierra. Un espectáculo de estrellas en tercera dimensión y a 360 grados acompañaba nuestra experiencia. Seis personas desconocidas viviendo uno de esos momentos que hacen que todo valga la pena.



Para no errar en los detalles y basar todo en mi memoria, me hubiera gustado tener a la mano un gran regalo que me hizo mi madre, una recopilación a manera de diario de todos mis correos de aquel año significativo, en el cual cambió mi forma de ser.

9 comentarios:

  1. ¡Que envidia! sí, ni más ni menos ¡envidia! lo confieso. Me late que una experiencia así lleva mucho de espiritual ¿me equivoco?

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  2. woww... como dice Pabli!!! RECORDAR ES VOLVER A VIVIR!!!

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  3. Ya imagino ¡Qué aventura! Y esa recopilación, wow, súper buena idea. Algún día, deberías de compartir un par de párrafos de esos mails.

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  4. Que experienciaa tan increíbleee!!!... Haces que lo vivaa contigoo por medio de líneas!!!.... Sin palabrass!!!... =P..

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  5. No bueno, qué viaje!! el sólo hecho de ir leyendo me llevó hasta allá! Maravilloso, aunque imaginé, contarías aquella amenaza de ola jajaja!! Saludoo enorme!! Y repito, ya soy FAN! :)

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  6. Gran historia, no conocía los detalles.

    Me imagino a Alí como si fuera Abu el de los Simpsons.

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  7. Tuve la oportunidad de conocer ese destino: irrealx!!!!

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  8. eso si que te lo tenias muy guardado, no sabia esto, gracias por compartirlo... besos

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