Una de mis peores trastadas ocurrió detrás del volante. Y yo tenía 19 años.
Escena 1: Vengo pajareando en una arteria que me introduce de nuevo en la ciudad después de un viaje a Pachuca con amigos. Es de noche. Traigo música y le vengo cambiando a las estaciones (mi peor costumbre), prestándole escaso cuidado a lo que ocurre frente a mí.
Escena 2: Como es de esperarse, alzo la mirada y tengo a muy pocos metros un automóvil casi detenido. Que Dios y San Nicanor me amparen. No tengo tiempo de frenar. Lo hago, pero el riajazo es inevitable. Creo que es de los peores estruendos que se han dado. Y cuando uno choca, no los demás, no el vecino, no la hermana, cuando UNO es el que choca, se escucha más fuerte, como bomba atómica. Y también algo es cierto: te vas acercando a la defensa del de enfrente y el tiempo se hace lento. Es completamente real que te acuerdas de cuando te ponías los calcetines de niño, recuerdas a las gatitas de Porcel y también cuando tu madre te cargó por primera vez. Los highlights, los highlighs.
Escena 3: Me bajo del coche y, para mi sorpresa, mi defensa está casi intacta, pero el auto afectado es el otro. Le he deshecho la parte trasera. De pronto, baja la dueña del mismo y se queda atónita. No sabe qué decir.
Escena 4: Mi lado malévolo de adolescente desesperado brota súbitamente y dicto la sentencia más patanesca de la historia: "Señora, no pierda tiempo, el idiota que me impactó por atrás y que hizo que me le embarrara a usted se acaba de pelar. ¡Súbase a su coche y vamos tras él!". La infefensa ilusa me hace caso, abre los ojos al máximo, suda un poquitín y se trepa de nuevo en su coche. Y arrancamos uno tras de lo que queda del otro.
Escena 5: En la primera curva, doy una brusca vuelta a la derecha. Y me desaparezco para siempre. Como lo dije, yo tenía 19 años.
Escena 1: Vengo pajareando en una arteria que me introduce de nuevo en la ciudad después de un viaje a Pachuca con amigos. Es de noche. Traigo música y le vengo cambiando a las estaciones (mi peor costumbre), prestándole escaso cuidado a lo que ocurre frente a mí.
Escena 2: Como es de esperarse, alzo la mirada y tengo a muy pocos metros un automóvil casi detenido. Que Dios y San Nicanor me amparen. No tengo tiempo de frenar. Lo hago, pero el riajazo es inevitable. Creo que es de los peores estruendos que se han dado. Y cuando uno choca, no los demás, no el vecino, no la hermana, cuando UNO es el que choca, se escucha más fuerte, como bomba atómica. Y también algo es cierto: te vas acercando a la defensa del de enfrente y el tiempo se hace lento. Es completamente real que te acuerdas de cuando te ponías los calcetines de niño, recuerdas a las gatitas de Porcel y también cuando tu madre te cargó por primera vez. Los highlights, los highlighs.
Escena 3: Me bajo del coche y, para mi sorpresa, mi defensa está casi intacta, pero el auto afectado es el otro. Le he deshecho la parte trasera. De pronto, baja la dueña del mismo y se queda atónita. No sabe qué decir.
Escena 4: Mi lado malévolo de adolescente desesperado brota súbitamente y dicto la sentencia más patanesca de la historia: "Señora, no pierda tiempo, el idiota que me impactó por atrás y que hizo que me le embarrara a usted se acaba de pelar. ¡Súbase a su coche y vamos tras él!". La infefensa ilusa me hace caso, abre los ojos al máximo, suda un poquitín y se trepa de nuevo en su coche. Y arrancamos uno tras de lo que queda del otro.
Escena 5: En la primera curva, doy una brusca vuelta a la derecha. Y me desaparezco para siempre. Como lo dije, yo tenía 19 años.
El término 'trastada' es poco para lo que hiciste, inphidelio
ResponderEliminarMe hiciste recordar algo a la inversa: Paseo de la Reforma, me abro, no calculo y choco... muy decente me detengo adelante, me bajo y me acerco para hacerme responsable, pero el chocado ya había decidido algo: el de atrás lo había chocado.
ResponderEliminar"Disculpe señor, pero no se preocupe tengo seguro"
-¿Y usted que se mete?
Todo eso mientras le reclamaba a un pobre tipo que realmente no sabía si reir o llorar.
"Señor, fui yo quien lo choco"
-¡Usted lárgese vieja metiche!
Después de 5 minutos dejé al pobre inocente en manos del loco, los dos nos despedimos con un levantar de hombros. ¡Lo que nos hace esta ciudad!
Noooooooooooooooooo!!! jajajajajaja, q tal?!!!! Sin palabras.
ResponderEliminarCalaña, fue la primera palabra que me vino a la mente, jaja
ResponderEliminarB A R B A J Á N!!!
ResponderEliminarpero haayy uun Diooooos!!! :P
jajaja
Mamador desde chiquito!!!!!
ResponderEliminaroye pobre señora!!! abusivo!! por lo que veo eras gandalla desde la juventud
ResponderEliminaresta historia ya la habías contado en tu blog...
ResponderEliminarflojito!
olivia
corrección:
ResponderEliminarel autor sólo lo comentó en una línea (no fue un post).
:o)
olivia
Si Maria Felix siguiera con vida te hubiera deshecho, jmmmmm! como pudiste?!
ResponderEliminarAunque pensandolo bien creo que yo hubiera hecho lo mismo jajajajajajaja, te quiero!
Simplemente, TE PAXASTEEEE
ResponderEliminarA mí me la aplicaron una vez y es horrible. La tipa que le dio un golpe a mi auto nuevo se escapó y yo moría de coraje
ResponderEliminarCHA CHA CHA...CAL, CHA, CHA CHA...CAL
ResponderEliminarLITERAL
Naquísimo, te lo dije en persona cuando me contaste y te lo repito, no tiene nombre.
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