miércoles, 28 de abril de 2010

Cinco minutos



Utilizaré este espacio para narrar la historia de una amiga, cuyo nombre no revelaré, pero ella misma se encargará de hacerlo, lo juro.

Durante nuestra etapa universitaria, Susanita y yo nos hicimos muy buenas amigas, tanto, que prácticamente vivimos juntas los 4 años de la carrera. Sí, juntas, pero no revueltas, cada quien habitaba su casa, pero compartíamos más de 24 horas al día. ¿Cómo? ni yo misma lo sé.

Nuestra relación era tan cercana y fuerte que a nuestros respectivos galanes no les quedó otro remedio que hacerse amigos. Todos los fines de semana procurábamos salir en parejitas, muy disparejas. No es necesario decir que, por obvias razones, ambos noviazgos se desintegraban muy seguido, y la pareja "viva" tenía que fungir como salvador del integrante huérfano y adoptarlo el fin de semana. Era una regla no escrita.

En una ocasión, Susanita tronó con su novio, y a los días, en una reunión, conoció a un tipo . "Es súper chistoso, huele delicioso, tiene tema de conversación, es amigo de mi tía. No, no me hagas esa cara, Janett, no es casado", fue lo primero que escuché del susodicho. "De verdad, tienes que conocerlo, te va a caer muy bien; además, es comediante y muy conocido". Nada peor que esa última frase, ¿de un brujo había pasado a un bufón?

Con la delicadeza que me caracteriza al hablar (se, se) le dije: "Susana, neta, tengo que conocerlo yaaaa; dime cómo se llama". Obviamente, como gran ilusa que es y sin imaginar lo que yo haría, me reveló el nombre del wannabe boyfriend. Obviooo, procedí a googlearlo, pero tal como lo imaginaba, no encontré nada.

Pasaron un par de días, llegó el fin de semana y con él la llamada de Susana "¿Qué onda? ¿cuál es el plan?", preguntó. "No séeeee, déjame hablarle a aquel y te aviso", respondí. "No, no es necesario, ya le llamé, dice que lo que queramos ¿podemos ir a un bar que está en insurgentes para escuchar cantar a Alex (el bufón)?

Obviamente, no podía dejar pasar la oportunidad y acepté. Llegamos al baresucho, el cual estaba vacío, nos sentamos, pedimos unos tragos coquetos y esperamos a que el dichoso Alex hiciera su aparición. Mientras el wannabe salía, nos fletamos a un chavito que no cantaba tan mal. Pasó una hora y llegó el momento esperado, apareció el tal Alex.

Buenoooooo, cómo decirles... real, no puedo describir mi reacción ni la de mi acompañante, quien se sentía el papá de Susanita. "Susana, estás jugando ¿verdad?", dije. "No, wey, neta, velo bien y cállate que viene hacia acá", expresó, al tiempo que le sonreía al tipo pelón y barrigón que caminaba derechito a nuestra mesa.

"Hola, qué gusto", nos dijo. Yo seguía atónita, pero puse mi mejor cara, lo observé de arriba a abajo y le sonreí. Nos saludó, nos presentó a quien hace varios años caracterizaba a la secretaria del Doctor Cándido Pérez, la sentó junto a nosotros y desapareció, "tenía que prepararse".

Con ustedes.... AAAALEEEXXXXX. Cantó un par de canciones, ya no recuerdo si lo hizo bien o mal, y arrancó con una ronda de chistes. Me considero mala, malísima para contar chistes, pero este hombre me superó, y por mucho. Al finalizar su numerito, el Don se acercó a nuestra mesa, se volvió a presentar (signos de la edad) y se sentó.

Mis miradas decían más que miiill palabras que pudieron haber salido de mi boca. Era un cuarentón, 45 para ser exacta (aunque Susanita quiso hacerle una rebajita para que no me asustara) súper barrigón, pelón y ceroooo guapo. No sé por qué mi amiga sentía una especial atracción por los regordetes sin chiste y que se sienten el alma de la fiesta.

Cuando anunciamos el momento de nuestra partida, el señor nos acompañó al auto, pero antes de llegar, cuando vio que yo estaba distraída, le plantó un beso a Susana. WAAAAACAAALAAAA. En mi cabeza, eso equivalía a besar a cualquier amigo de mi papá.

Nos subimos al coche en silencio, y tras unos minutos, se escucharon las risas "Neta, te excediste", dije. "Ya, de aquí no pasa, ya lo vi bien y ni al caso", expresó.

Como era de esperarse, a los días Susanita y el cuarentón volvieron a verse, pero en casa del panzón. Sobra decir las diferencias que mi amiga encontró entre un chicuelo de 20 años y un señor posicionado en los 40s. En ciertos aspectos la edad puede no importar, pero hay otros en que el numerito lo es todo.

Tras disfrutar de una cena, se fueron a la cama, y cinco, cinco fueron los minutos que Don Alex duró en el acto sexual. Se disculpó mil veces con Susanita, argumentando que lo sucedido había sido por causa de una hernia, que a los días lo iban a operar y que mejor se alejaría porque no quería causarle problemas en su vida.

Desde entonces, a mi querida amiga no le quedaron ganas de volver a "interpretar" la gran y conocidísima canción de José José, "Cuarenta y veinte", y el "cinco minutos" desapareció de nuestra historia.

9 comentarios:

  1. No pos entonces yo he andado con tres weyes que han tenido hernias, jijijij

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  2. Ay pobreeee, pues eso se busca la tal susanita por andar de prendiddita con un ruquín.

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  3. Ya me imagino lo lapidaria que fuiste con tu amiga (ya sé de quién hablas) por tu modo de expresar o decir las cosas. La mejor parte fue el "wacalaaaaaaaaaa", jajajaja.

    Ahora bien: "¿Acto sexual?" Qué manera tan ñoña de decirlo.

    LYSFM.

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  4. Ya me sentí ruquísima jajajajaja y me pregunto ¿qué hago aquí? jajajajaja

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  5. Puedo visualizar al vejestorio de tipo que era, pero pues a tí.... ¿en qué te afecta en todo caso la que se lo iba a tirar (o mejor dicho, se lo tiró) era tu amiga??

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  6. noooooooooooooooooooooo noooooooooooo noooooooooooooooo oseeeeeeeeeeeeeeeaaaaaaaaaaaa, que claseeeeeee de ventaneada es estaaaaaaaaaaa!!!!!!!!............deeeeeeeeeja que tega un momentito al rato para Poderr comentar estooo agustooo ahhhh.... de momento sigo pensando comoooo gritarteeee asshhhhhhhhhhhhhhhhhhh jjajja.... NO te creas.... ya queeeeeeee hago... te amo y no tiene remedioo..

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  7. jajjajajaja de brujooo a bufoooon jaajajjajaa

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  8. Jajajaja Mafer, no tenías que revelar tu identidad, sólo corroboraste el inicio de este post, muy chistoso por cierto. Me encantó lo de "hacerle una rebajita".

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  9. en mi haber, tengo un caso así, desde entonces cargo un cronómetro y defino el éxito de mi relación dependiendo de los resultados del tiempo, ja

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