lunes, 10 de mayo de 2010

Hogar DULCE hogar


Tengo que admitir que tuve mis épocas de rebeldía, los cuales constaban principalmente en salidas al antro y reuniones caseras, pero de aquellos ayeres y travesuras hablaré en otra ocasión.
Hoy me entró la nostalgia y me vino a la mente uno de los primeros recuerdos de la que fuera mi casa durante casi 25 años.
Llevábamos un par de meses habitando nuestro nuevo hogar, el cual estaba todavía en construcción (me emocionaba ver los avances, los nuevos muebles y los cambios día con día). Tenía cerca de 6 años y para mí era como un paraíso: pisos y pisos de diversión, un enorme jardín, un parque enfrente, cerrada para andar en bici por las tardes, nuevos vecinos, horas de jacuzzi con mis juguetes, espacios para construir una ciudad para mis adoradas Barbies, cuarto para MÍ solita, mi propio perro, invitar a tooodos mis amigos…en fin, podría pasar horas contándoles cientos de detalles y memorias.
Me acuerdo que mis papás estaban casados y se fueron como 20 días a Europa y la nominada para cuidar a los 4 fantásticos Ávila fue la querida Tía Mary, hermana de mi mamá.
Buenoooo….fueron 20 días de sano entretenimiento. Cantábamos todo el día, contábamos chistes y ella actuaba que tenía nuestra edad, nos acostábamos tarde viendo pelis, nos enseñaba canciones, bailábamos, se ponía a cantar con mi hermana y descubrió sus dotes de artista, se ponía sus mejores trapos y grabábamos diferentes escenas por toda la casa, incluso, la entrevistamos varias veces. Era lo máximo para nosotros, sobre todo para las 3 mujercitas del hogar; era una amiga más.
Pero eso sí, la verdad es que nos portábamos bien, solo queríamos estar en la casa para jugar o compartir un rato ameno con la tía, en otras palabras, nos encantaba el desmadre, jeje.
Fue justo llegando de ese viaje cuando mi papá decidió irse de la casa y separarse de mi mamá. Talvez, esos días con la tía nos ayudaron a recargar pilas para salir adelante de ese trago amargo, el cual fue totalmente inesperado para la más pequeña de la casa, su servidora.

Esa casa ya tiene comprador desde la semana pasada.
Creo que nunca me había costado tanto trabajo aceptar y desprenderme de algo, además porque siempre ha sido “NUESTRA casa”, nunca imaginé tener que deshabitarla, parecía tan lejano.
Una cosa es casarte y visitar a tu mamá (porque aparte se convierte en tu bodega) y otra, muy diferente, es decirle adiós al hogar de tu vida y entregárselo a otra familia. De hecho conocí a los futuros “nuevos dueños”, entre ellos a dos chavitos como de 6 y 9 años, divinos, quienes estaban los más emocionados. Quería compartirles tantas historias, decirles que por nada del mundo cambiaría una sola de estas, que fui muy feliz, que me divertí millones y que, además, les dejábamos la mejor de las vibras y más...
Confío en que ahora con la mudanza recupere los videos que grabamos en La Herradura, entre ellos el de la Tía Mary.
Sólo deseo, de corazón, que esta familia disfrute la casa tanto como nosotros y, si la habitan 25 años (ojalá), que sientan el mismo cariño por ella, ¡con eso me conformo!
Ahora, hay que ser fuertes y darle vuelta a la página para construir nuestra NUEVA casa….

6 comentarios:

  1. Muñoncita, qué emotivo. La mejor de las vibras también para tu nuevo hogar. Las vivencias en NUESTRAS casas de niños se quedan para siempre. Mucho ánimo y de nuevo lo mejor para esta nueva etapa. TQM

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  2. Mi hiciste suspirar y evocar recuerdos. ¡Gracias!

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  3. Entiendo el sentimiento, con la diferencia de que yo puedo ir a casa de mi madre y recordar cuando jugábamos policías y ladrones.
    A veces es difícil separarnos de valores materiales, pero los recuerdos siempre quedan en nosotros.

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  4. Nano... bien dice Dany "Las vivencias en NUESTRAS casas..." y la casa de una madre siempre es la casa de los hijos, nietos... y hasta donde la vida llegue, no importa si está en la ciudad o en el bosque. Aunque también digo que lo ideal es como visita jajaja

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  5. Buen post. En ocasiones es difícil desprenderse de este tipo de "cosas" materiales; afortunadamente, el ir y venir a Culichitown nunca me permitió encariñarme demasiado con alguna casa, pero sí tuve mi preferida: "La casa de la felicidad", jajaja y vaya que me dolió cuando tuve que dejarla.
    Ahora .. a construir un nuevo hogar y a disfrutar de él :)

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