miércoles, 19 de mayo de 2010

¡Que se casen, que se casen!


Podría hablar de muchos consejos que he recibido a lo largo de mi vida, porque soy experta para pedirlos, aunque generalmente termino haciendo lo contrario ¿verdad Ojo espía? Consejos de lugares, de qué hacer cuando me he encontrado entre la espada y la pared, de cómo convencer a la maestra que me deje presentar mi examen final cuando acumulé el límite de faltas, es más, hasta de qué coche comprar… Pero he decidido hablar del mejor peor consejo que he dado.


Llevaban dos o tres años, no recuerdo bien. Siempre nos gustaba hablar del día de su boda, aún sin tener fecha ni planes precisos; era una forma divertida de pasar el tiempo en la cafetería, imaginábamos cómo sería la fiesta, el vestido, quién sería madrina de qué… teníamos todo listo, sólo faltaba que el novio se decidiera a entregarle el anillo y que ella aceptara.


Llegó el día de su cumple y con él, el mejor peor consejo que he dado en mi vida. Supongo que a penas iba rumbo a la uni, o estaba de ñoña en el salón mientras yo me volaba la clase. De repente apareció su galán y quiso hacerme una broma que derivó en una gran realidad.


“Mira”, dijo mientras me enseñaba una cajita, “es el anillo de compromiso”. Mi cerebro no podía procesar la información que acababa de recibr. “¿Es neta?”, pregunté, “no manches, enséñamelo”.


Me dio la caja, lo saqué, y, efectivamente, era un anillo de compromiso, o eso creí.
Tras unos minutos de continuar con la broma me dijo “no, ya, cómo crees, no es anillo de compromiso, digamos que es promesa. Necesito terminar la carrera (a sus 27 años), trabajar y ahorrar para ofrecerle… bla, bla, bla”.


No niego que soy romántica y cursi, siempre me ha emocionado el tema de la propuesta de matrimonio, pero el estar presente cuando le dieran el anillo de compromiso a mi mejor amiga era algo que me súper emocionaba; además, dicho sea de paso, él me caía muy bien, creía que era el complemento perfecto para mi amiga descarriada.


Tras terapearlo durante una hora, el susodicho aceptó mi loca idea “ok, se lo daré de compromiso, pero ayúdame a pensar cómo”. Uf, eso era tarea sencilla. Creatividad es lo que menos me faltaba a la hora de planear un detalle, en especial para ell.


“Necesito que me consigas paquetes de post it de colores y unos plumones; dile a las demás que vengan a ayudarnos”, dije.


Él, muy obediente, me llevó las hojitas de colores, nos sentamos y escribimos palabras y mensajitos cursis. Después, nos dirigimos al estacionamiento en busca de su coche, el cual llenamos de recaditos.


“Ahora compra un huevito sorpresa, me lo das y yo me encargo de lo demás”, expresé.


Cada quien se subió a su coche, incluida la cumpleañera, nos dirigimos a “Un lugar de la Mancha” de Polanco y cuando llegamos, justo antes de darle las llaves al valet le pregunté al novio “¿lo compraste? Dame el anillo y el chocolate”. “No, no me dio tiempo, pero ten el anillo”.


Finalmente tuve que olvidarme de mi plan original, aunque algún día espero llevarlo a cabo; claro, no al dar un anillo, pero sí una noticia.


Hablé con el mesero, le expliqué la idea y me llevó una rebanada de pastel para que introdujera el anillo. Comimos, nos reímos, ella abrió los demás regalos que el galán le había comprado, y llegó el momento del postre.


Le llevaron el pastel, todo parecía normal y los presentes nos mirábamos como cómplices. Le dio la primera cucharada y nuestros ojos se clavaron en ella, pero no pasó nada. Al meterse a la boca la tercera cucharada, abrió los ojos como niña asustada y comenzó a reírse. Todos sabíamos de qué se trataba, pero fingimos.


Cuando al fin logró tranquilizarse, se sacó el anillo de la boca, y entre lágrimas de risa se lo entregó al novio. Él se hincó, más o menos pronunció lo siguiente “eres la mujer de mi vida y con quien quiero estar siempre ¿te quieres casar conmigo?” y le puso el anillo (primero en el dedo equivocado).


Obviamente mi amiga aceptó. Los abrazamos, escribimos nuestras felicitaciones y deseos en un mantelito individual, brindamos con café y partimos del lugar.


Planes de compra de casa en Cuernavaca, de despedidas de solteros, de viajes, de luna de miel, de boda… hasta que un buen día mi amiga abrió los ojos, se quitó y me quitó el antifaz, se armó de valor y dijo “no me caso”.


Después de eso aparecieron las llantas de su coche ponchadas un par de veces, chismes y rumores, pleitos, gritos en pleno corredor, coches rayados y una serie de consecuencias y reacciones de un ardido.


Él le pidió el celular que le había comprado, claro, y el anillo. Ella se los regresó. El celular perdió la capacidad para tomar fotos, pues el lente quedó inservible después de rayarlo con un cuter, y el anillo.. qué decir del anillo… una de las piedras que simulaba ser un pequeño diamante ya se había caído, y ella se encargó de desaparecer las demás.


Por suerte, todo sucedió en nuestro último semestre de universidad. Se reencontraron en dos ocasiones, fingieron ser personas decentes, maduras y coherentes. Él demostró que sigue siendo el niño fantasioso, y ella, ella …. es mi mejor amiga.


Por fortuna mi consejo no pasó a mayores, pero aprendí que es mejor no meterse en esos temas, así que, Tim, perdón jajajajajajaja.

6 comentarios:

  1. Las mujeres somos algo metiches, eso no hay duda alguna y pues en este caso queda claro que tú querías ayudarlos. Como no se va a quedar ardido despues de algo así. Regresar el anillo o no casarse despues de ello es como dejar a un hombre caliente en la cama. NO LO PER-DO-NAN!!!

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  2. por cierto, muy padre imagen esta semana, callalités!

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  3. Mi abuela, mi querida abuela me decía: calladita te ves más bonita. ¡La bronca es que no le hago caso!

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  4. diosssssss, esto esta demasiado fuerte, omg!

    ayyyyyyyy, quede en shock, creo q tampoco me metere en temas asi desde ahora jajaja

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  5. La maldición del dedo equivocado es tan cierta como la diarrea en la noche de bodas.

    Coincido: súper metiche, culichi.

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  6. No buenoooo, no sólo ignoras los consejos, después viene tu frase de "Te hubiera hecho casoooo", después de horas y horas de consejos de todo tipo. Inphi, contratado como asistente, jajaja.

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