Quienes no tienen el vicio del cigarro difícilmente comprenden la desesperación que causa el estar en una fiesta, reunión, comida, convivio, oficina, restaurante, bar, antro o cualquier lugar donde no puedas fumar, o peor aún, que se terminen los cigarros en un momento especial o a la mitad de una excelente charla.
Cuando estudiaba la universidad, solía hacer una hora de mi casa a la uni, tiempo suficiente para disfrutar de un par de cigarros; no es necesario decirles que, cuando se me acababan, muchas veces estuve tentada a bajarme en pleno periférico y pedirle a algún conductor que se apiadara de mí y me obsequiara un tabaco, o ya de perdis, una fumada, pero nunca me atreví. Lo que sí hice, en complicidad con Mafer, fue pedir encendedores prestados a cualquier vecino "de tráfico".
En la oficina también hemos aplicado el, "chin, se me acabaron los cigarros, ¿traes?", claro que eso implica terminar con la cajetilla de tu amiga, lo cual se traduce en, mínimo, 23 pesos menos en su bolsillo, y en tiempos de crisis, no es nada agradable.
Pero esas anécdotas terminaron hace poco más de un mes, quizá dos, cuando pesqué del ambiente un extraño bicho que se metió en mis vías respiratorias. Falté al trabajo un par de días, dejé de dormir durante dos o tres semanas, Luis podrá precisar la información, y lidié con una tos de perro todo un mes. A partir de ahí, dije "se acabaron los cigarros", eso aunado a que mi amado novio no fuma, y para él era demasiado molesto besar mis labios "perfumados" o llegar a nuestro depa y aspirar el delicioso olor a tabaco podrido que se desprendía del bote de basura, en el cual, un par de horas antes, tiraba mis colillas (por cierto, ¿por qué después de una hora de estar en la basura huelen así?)
Sinceramente, no me ha costado mucho trabajo, quizá porque al principio pensé que volvería al vicio en cuanto mi garganta se recuperara, pero no. Hoy puedo decir que prácticamente la tos ya desapareció, y los cigarros también. Creo que con el humo de los cigarros que Ojo Espía, Nano y la Thi se fuman, es más que suficiente para mis pulmones.
Las pláticas en la terraza, las salidas, las reuniones y las charlas amenas siguen intáctas, lo cual me llevó a descubrir que el cigarro y yo nunca fuimos uno mismo, ni ocupó un lugar tan importante en mi vida.
Eso sí, mi gusto por el tabaco continua, así que Inphi y yo decidimos adquirir un narguile y aromatizar con tabaco de sabores nuestras noches de conversaciones en el sillón café.
Cuando estudiaba la universidad, solía hacer una hora de mi casa a la uni, tiempo suficiente para disfrutar de un par de cigarros; no es necesario decirles que, cuando se me acababan, muchas veces estuve tentada a bajarme en pleno periférico y pedirle a algún conductor que se apiadara de mí y me obsequiara un tabaco, o ya de perdis, una fumada, pero nunca me atreví. Lo que sí hice, en complicidad con Mafer, fue pedir encendedores prestados a cualquier vecino "de tráfico".
En la oficina también hemos aplicado el, "chin, se me acabaron los cigarros, ¿traes?", claro que eso implica terminar con la cajetilla de tu amiga, lo cual se traduce en, mínimo, 23 pesos menos en su bolsillo, y en tiempos de crisis, no es nada agradable.
Pero esas anécdotas terminaron hace poco más de un mes, quizá dos, cuando pesqué del ambiente un extraño bicho que se metió en mis vías respiratorias. Falté al trabajo un par de días, dejé de dormir durante dos o tres semanas, Luis podrá precisar la información, y lidié con una tos de perro todo un mes. A partir de ahí, dije "se acabaron los cigarros", eso aunado a que mi amado novio no fuma, y para él era demasiado molesto besar mis labios "perfumados" o llegar a nuestro depa y aspirar el delicioso olor a tabaco podrido que se desprendía del bote de basura, en el cual, un par de horas antes, tiraba mis colillas (por cierto, ¿por qué después de una hora de estar en la basura huelen así?)
Sinceramente, no me ha costado mucho trabajo, quizá porque al principio pensé que volvería al vicio en cuanto mi garganta se recuperara, pero no. Hoy puedo decir que prácticamente la tos ya desapareció, y los cigarros también. Creo que con el humo de los cigarros que Ojo Espía, Nano y la Thi se fuman, es más que suficiente para mis pulmones.
Las pláticas en la terraza, las salidas, las reuniones y las charlas amenas siguen intáctas, lo cual me llevó a descubrir que el cigarro y yo nunca fuimos uno mismo, ni ocupó un lugar tan importante en mi vida.
Eso sí, mi gusto por el tabaco continua, así que Inphi y yo decidimos adquirir un narguile y aromatizar con tabaco de sabores nuestras noches de conversaciones en el sillón café.
Nunca seré un impositivo, pero ahora que lo has dejado, puedo decirlo: odio el maldito cigarro, su olor, el humo y el que se te quede impregnado en la ropa cuando tú ni siquiera fumaste.
ResponderEliminarNo sé si Muñoncita fume, pero espero no ser el único al que le desagrada este asunto dentro de los Callalités.
=( Tengo que decir que tienen razón... ¡odio el olor que deja! pero ¡me encanta el cigarro! Mi historial con el cigarro es largo. Por ejemplo cuando nació Carlos, yo llevaba 6 horas en trabajo de parto y ya en aquel momento en ALGUNOS hospitales no se permitía fumar, bueno... en algunas áreas de los hospitales. En cuanto entró una enfermera le dije:
ResponderEliminar- ¿soy una excelente paciente no cree? ella respondió "excepcional"
- ¿Quiere que me siga portando así de bien?
-¡Por supuesto!
- Entonces... ¡consígame un cigarro y en dónde fumar!
Terminé en la sala de descanso de los médicos, con bata de loca, "caballo" (pregunten lo que es) y un delicioso cigarro con el que seguí portándome bien hasta que nació mi niño.
Sé que algunas mujeres piden anestesia... yo preferí un cigarro.
Un narguile es deliciosooooooooooooooooo
ResponderEliminarEntonces a mi me urge que me pasen la receta para dejar el vicio del demonio!!
ResponderEliminarSúper admirable la manera de dejarlo, sin que te afecte en muchas cosas. Qué fuerza de voluntad. Felicidades =)
ResponderEliminarCreo que esta idea de una vida sin humo y el narguile me gustan, me gustan.
ResponderEliminarEl único problema es cuando un delicioso drink y una buena charla se cruzan en el camino...es una tentación CASI imposible de resistir.
Inphi: Chris es del equipo anti-tabaco
Princess Jane: eres un ejemplo a seguir.
Y prepárense, porque para el opening del depa: los narguiles formarán parte del grupo de callalités!!!